El escenario de la crisis griega alimenta fantasías y temores. Mientras nadie sabe cuándo se realizaran las próximas elecciones y el gobierno insiste en su plan de ajuste a rajatabla, algunos temen lo peor. “Tengo miedo de que haya una guerra civil” dice Manolis Glezos en su casa en las afueras de Atenas preocupado por la profunda crisis que vive Grecia. A sus casi noventa años Glezos no se amilana aunque en las manifestaciones reciba palazos y sus intentos por unir a todos los movimientos progresistas en contra de los planes de ajuste fracasen. ¿Por qué debería acobardarse si tiene tantas batallas sobre sus espaldas?
Glezos despotrica contra los alemanes a quienes consideran los principales responsables de la crisis. “Otra vez los alemanes”, masculla con bronca mientras se arregla su larga cabellera y se prepara para arremeter contra sus históricos enemigos, aunque aclara que no tiene nada “contra el pueblo alemán”. Glezos habla con la autoridad de alguien que es héroe nacional desde que el 27 de abril de 1941 se subió a la Acrópolis y arrancó la bandera con la esvástica que tres días antes el ejército nazi había izado para demostrar su dominación sobre Grecia, y que es conocido como el primer acto de resistencia contra la ocupación militar alemana. Si hasta cuentan que Charles De Gaulle dijo de él que había sido el primer partisano. Su audacia le costó caro. Los alemanes lo encarcelaron y torturaron salvajemente, luego los italianos y años después los militares que dieron el golpe de Estado en 1967. Su vitalidad actual esconde los once años de prisión, los otros de exilio y los disgustos que le dio el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) del cual fue parlamentario por mucho tiempo y que ha traicionado todos sus ideales. Glezos nunca descansa, ahora quiere encabezar un movimiento para boicotear todos los productos alemanes que inundaron Grecia. “Yo no me olvido que Alemania nos adeuda todo lo que nos sacó durante la segunda guerra mundial. Todavía no nos pagaron las reparaciones de la guerra. Ellos nos deben a nosotros.”
Su enojo con los bancos es evidente y hace poco con el compositor Mikis Theodorakis escribió una carta pública llamando a combatir los mercados financieros. Glezos se levanta, va y viene, entremezcla anécdotas de la Segunda Guerra Mundial con la publicación de sus libros en alemán, su encuentro con el Che Guevara y la lucha actual contra las políticas neoliberales que lo tiene obsesionado sin perder nunca el hilo de la conversación. Sabe que está frente a una batalla decisiva y no se la quiere perder, aunque teme que otra vez se desgarre este pequeño país.