La prensa mundial ha sido muy transparente al reflejar las presiones dela Unión Europea, Alemania, y el Fondo Monetario Internacional a Grecia, Italia y España. Los europeos, tan acostumbrados a avalar los “consejos y sugerencias” de los organismos internacionales para América Latina, ahora están presenciando como esos “consejos y sugerencias” se convierten en presiones y ultimátums, como sucedía en América Latina años atrás. “Crece la presión internacional para que Rajoy defina sus planes” tituló el diario El País de Madrid el 22 de noviembre. Y por si alguien no entendió de donde viene la presión otro titular lo aclara: “Merkel le exige que adopte medidas rápidamente”.
En el caso griego es aún más elocuente. En las últimas semanas las presiones sobre este país -que apenas representa el tres por ciento de PBI de la eurozona- fueron tan evidentes que la canciller alemana aparecía en la tapa de los diarios como si fuera la nueva primer ministro griega. “Ultimátum para la firma hasta el 29”tituló el diario Kathimerini. Ya nadie oculta que los europeos –léase los alemanes dice el Athens News el 23 de noviembre- quieren estar seguros de que ningún gobierno posterior al actual pueda cambiar ni una coma de lo que impongala Unión Europea en la reestructuración del Estado o el uso de los fondos públicos. Un obstáculo que todavía no han podido sortear es la negativa de Antoni Samaras, el principal dirigente del partido conservador Nueva Democracia, de avalar con su firma un acuerdo porque quiere ser primer ministro a corto plazo y no quiere firmar ningún compromiso que lo deje atado de pies y manos en el futuro. Angela Merkel dijo en el parlamento alemán que no habría dinero para Grecia si todos los partidos que apoyan al gobierno de Papademos no firmaban el acuerdo. Más claro imposible.
El FMI tampoco descansa. Sus funcionarios realizaron hace unos días una visita a Paraguay y dijeron que era imposible cubrir subas salarias, y en la República Dominicana presionaron al presidente Leonel Fernández para que subiera un 18 por ciento las tarifas eléctricas. Sin embargo, es interesante contrastar la actitud de los gobernantes de España, Italia y Grecia ante las presiones y exigencias de los organismos internacionales con la de algunos presidentes latinoamericanos. En la última Cumbre Iberoamericana realizada en Paraguay a fines de octubre Rafael Correa salió de la sala de sesiones cuando se disponía a hablar Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina, y denunció ante los micrófonos que Cox lo había chantajeado en persona durante su breve gestión como ministro de economía del gobierno de Alfredo Palacio. Para Correa llegó el momento de no dejarse chantajear más. ¿Seguirán su ejemplo?