La reciente creación dela CELAC ha despertado numerosos debates sobre el futuro de una organización regional que está dando sus primeros pasos. Algunos presidentes latinoamericanos (Chávez, Correa) pretenden que reemplace a la OEA, mientras que otros (Piñera, Santos, Calderón) seguramente intentarán evitarlo para no perder un ámbito donde tiene una gran presencia Estados Unidos.
Esto es parte del debate político que seguramente veremos en los próximos años y que ya se instaló en muchos medios de comunicación que no vieron con buenos ojos la creación dela CELAC. “El Nuevo Herald” de Miami, a través de su columnista Andrés Oppenheimer (que suele tener un tono despectivo y burlón hacia toda iniciativa que provenga de los gobiernos progresistas) sostuvo que “la cumbre dela CELAC sólo produjo teatro político y más discursos llenos de retórica vacía (y que) difícilmente ocupará un lugar destacado en los libros de historia.” Miguel Ángel Bastenier en el diario español El País –si bien reconoce que la reunión fue importante- resalta varias “derrotas” de la diplomacia venezolana, como la imposibilidad de “jubilar ala OEA por falta de quórum”.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué treinta mandatarios (de treinta y tres) decidieron hacer el esfuerzo de trasladarse a Caracas, siendo que en el último tiempo muy pocos presidentes modifican sus agendas locales para asistir a las cumbres que se desarrollan cada año (Iberoamericanas, OEA, Unasur, Mercosur, etc.). Es posible que algunas respuestas se encuentren en los discursos de los “pequeños” países, por lo general eclipsados por los ecos y olas que producen los “grandes”. Tal vez por esta razón se haya prestado poca atención a las breves palabras del presidente de Haití, Michel Martelly, a quien nadie podría identificar como un seguidor de Hugo Chávez. En su corta alocución Martelly elogió el programa “Petro Caribe” impulsado por Venezuela que ha permitido la construcción de cerca de tres mil cuatrocientas viviendas sociales y ayudará a que en 2012 se implemente el programa “Aba Grangou” (no más hambre) inspirado en el conocido “hambre cero” de Brasil. Aunque Martelly pudiera sentir afinidad con los gobiernos de la derecha en la región, el gran problema de éstos es que hace años se han quedado sin propuestas atractivas, y su discurso se reduce a proponer más tratados de libre comercio al estilo de lo que siempre pregona Estados Unidos. Por el contrario, los gobiernos progresistas –con todas sus diferencias- están generando iniciativas políticas (Unasur en Haití es un ejemplo de ello), proyectos novedosos (Banco del Sur, Petrocaribe) y una mirada mucho más global y a largo plazo (CELAC). Es lo que explica –entre otros motivos- porqué casi todos se trasladaron a Caracas para no quedar afuera dela CELAC, mal que le pese a algunos que no pueden ver la realidad más allá de su expresión de deseos.