martes, 12 de abril de 2011

Uruguay también reconoce el Estado de Palestina (Montevideo, 31 de marzo 2011)

Uruguay en estos días reconoció a Palestina como Estado soberano e independiente y se sumó así al reconocimiento hecho por la mayoría de los países que conforman UNASUR, con la sola excepción de Colombia. El ámbito elegido por el canciller Luis Almagro para hacer pública la decisión del gobierno del presidente José Mujica fue una reunión de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe en apoyo a la paz israelo-palestina realizada en Montevideo entre el 29 y el 31 de marzo. Almagro en su discurso explicó los motivos por los cuales Uruguay tomó dicha decisión resaltando los parámetros adoptados por la “Convención de Montevideo” de 1993 donde se indicaba que un Estado -para ser reconocido como tal- debía reunir determinados elementos básicos: población permanente, territorio, gobierno y capacidad de entrar en relaciones con los demás Estados. Es indudable que el pueblo palestino reúne los cuatro requisitos. En el territorio que el Estado de Israel ocupa desde 1967 -violando las resoluciones de Naciones Unidas que lo instan a retirarse- existe una población palestina permanente que tiene raíces históricas en ciudades como Jerusalén o Belén. El territorio, todavía ocupado por el ejército israelí, es el mismo que hace décadas reclaman para construir un Estado independiente aunque esté dividido en dos partes, Cisjordania por un lado y la Franja de Gaza por el otro. La Autoridad Palestina, con todos sus problemas, está encabezada por el presidente Majmud Abbas, que es reconocido internacionalmente, y cumple con casi todas las funciones de un Estado. A su vez, mantiene relaciones diplomáticas formales con numerosos países y ha abierto embajadas que lo representan.
Claro que el problema es político más que jurídico. El Estado como tal no existe, y lo que se busca con el reconocimiento es presionar a nivel internacional para que pueda nacer. El gobierno israelí insiste en que una declaración unilateral palestina no favorece la paz, pero tampoco ofrece un plan concreto para que los palestinos puedan tener un Estado real y viable.