La guerra civil en Costa de Marfil no hace más que realimentar los clásicos estereotipos respecto de Africa. Tiene todos los condimentos clásicos que sirven para cualquier película que alguien quiera filmar sobre un país africano. Durante casi setenta años fue una colonia francesa. La independencia recién la consiguió en 1960. En Costa de Marfil quedaron cinco grandes grupos étnicos y varios menores que pasaron a compartir un mismo territorio. Se creó una nueva identidad nacional marfileña, inexistente antes de la colonización francesa que, entre otros legados, dejó al francés como idioma oficial y unificador que coexiste con otras numerosas lenguas. El condimento religioso no podía quedar fuera. La cruzada evangelizadora tuvo mucho éxito y hoy una mayoría cristiana convive con una fuerte minoría musulmana, motivo de conflictos que siempre aparecen.
Tuvo un presidente después de la independencia que gobernó por treinta años, enfrentamientos étnicos, guerras civiles, miles de desplazados y refugiados, y la fragmentación del Estado como producto de las guerras.
De ser un país que exportaba colmillos de elefante (de allí su nombre) pasó a ser el primer exportador mundial de cacao, introducido por los franceses. Para completar el círculo se ha convertido en un lugar de contrabando de diamantes, cuyos beneficios suelen ir a la compra de armas para la guerra. A pesar de sus grandes riquezas la esperanza de vida ni siquiera llega a los cincuenta años.
En noviembre hubo elecciones. Cuando el fraude es moneda corriente no extraña que otra vez hubiera denuncias graves. El presidente saliente Gbagbo dice que ganó. El opositor Ouattara asegura que venció y logró el apoyo de la “comunidad internacional”, es decir, los países europeos más poderosos y Estados Unidos. No es casual, Ouattara ya fue primer ministro y durante años tuvo importantes cargos en el Fondo Monetario Internacional. Seguramente para algunos negocios es más confiable.
En la capital económica Abiyán donde está el palacio presidencial se están matando a tiros los seguidores de ambos presidentes que reivindican la victoria. Las tropas francesas toman el aeropuerto. Como en una típica película sobre el Africa. Lamentablemente, no es una película.