La crisis económica en Europa le ha permitido crecer a casi todos los partidos de la extrema derecha. Sus consignas son simplistas y combinan un discurso nacionalista con una retórica contra los organismos financieros internacionales y los inmigrantes. Grecia no es la excepción. Por imperativo de la Unión Europea este país cambió gran parte de su estructura productiva.
Los economistas neoliberales le explicaron a los griegos que sus costos de producción eran altos y que no lograban los adecuados niveles de competitividad, especialmente en la agricultura. Los gobernantes griegos aceptaron las recomendaciones/imposiciones y unas sesenta mil pequeñas empresas cerraron desde el año 2009 llevando la desocupación al 18 por ciento.
Como si esto fuera poco ahora el tomate que se sirve en la mesa proviene de Marruecos y el aceite de oliva que consumen proviene de España o Portugal porque el mejor se exporta.
“Yo no soy racista -dice el taxista al ingresar en el barrio Agios Penteleímona- pero en este barrio no se puede caminar porque está lleno de inmigrantes. ¿Para que vienen? ¿Por qué no se vuelven a sus países?”, pregunta sin esperar respuesta. El barrio, conocido por sus edificios neoclásicos y la tradicional presencia de los partidos de derecha está en decadencia y ahora está poblado por inmigrantes del este europeo, afganos, paquistaníes y africanos.
Para muchos de ellos Grecia es la entrada a “Europa”, pero otros se quedan. María Kanellopoulou es una actriz muy conocida en Grecia que además es consejera municipal por el partido de izquierda Synaspismos y recomienda una recorrida por el barrio para conocerlo mejor. Aquí ya ha habido varios ataques contra inmigrantes realizados por jóvenes que pertenecen a los movimientos de extrema derecha y que han encontrado un blanco fácil para su odio político y racial. Jóvenes desocupados contra los más débiles, los inmigrantes.
Desde la alcaldía de Atenas para el barrio esbozan proyectos que ya han dado resultados en otros países. Se arreglan los edificios, se abren bares, restaurantes o teatros para que luego los alquileres se vayan a las nubes y los inmigrantes se van por “propia voluntad”. Eso, si antes no estalla el odio racista. En la coalición de gobierno liderada por un “tecnócrata” ya hay un partido de extrema derecha por primera vez desde el fin de la dictadura en 1974. Y las encuestas indican que su influencia crece y crece. Desocupación y extrema derecha son un cóctel explosivo. La historia de Europa puede dar fe de ello.
miércoles, 29 de febrero de 2012
Una triste navidad en Atenas (desde Grecia, 26.12.2011)
Para cualquiera que vivió la crisis del 2001 en la Argentinalas imágenes en Grecia el 19 y 20 de diciembre de 2011 le pueden resultar familiares a pesar de las grandes diferencias entre ambos países. Miles de personas duermen y deambulan por las calles pidiendo una moneda o algo para comer. El cartel “se alquila” está por doquier pegado en las puertas de oficinas vacías y negocios donde se exhibe mercadería tapada de polvo en franco abandono. A pocos metros del Parlamento, sobre la avenida Panepistimiou, donde están algunos de las construcciones modernas más bellas y emblemáticas de Grecia como la Biblioteca Nacional, la Academiade Letras y la Universidadde Atenas se puede observar una síntesis de lo que sucede en este país.
Frente a la salida del subte hay un puesto de “Médicos del Mundo” que recibe donaciones de comida para repartir entre los más necesitados y en un arranque de creatividad los voluntarios hicieron un árbol de navidad con las latas de conservas que juntaron durante el día. A pocos metros del “árbol” hay un grupo de unas veinte personas en un ostensible pésimo estado de salud inyectándose alguna droga ante la pasividad de los que pasan por allí que ya ni los miran porque son parte del “paisaje”. Sobre la vereda están las mantas extendidas de inmigrantes de Bangladesh que venden carteras truchas de Louis Vuitton o Prada. Con un ojo buscan compradores y con el otro miran por si viene la policía que los obliga a salir corriendo. En momentos de crisis los inmigrantes no son bienvenidos. A sus espaldas las luces iluminan los edificios que representan la majestuosidad del saber y la cultura griega milenaria, inermes ante la decadencia.
La crisis sin precedentes hace de Atenas una ciudad triste a pocos días de la navidad.
Los negocios están casi vacíos y el desánimo es tal que los vendedores ni siquiera tienen ganas de salir a la caza de los transeúntes. Saben que no tiene sentido porque la gente está sin dinero en sus bolsillos y tampoco entra para preguntar por los precios o pidiendo más rebajas de las que ya se ofrecen. Ni siquiera el barrio Kolonaki –considerado el más “chic” de la ciudad por sus tiendas de conocidas marcas internacionales – escapa a las generales de la ley. Tampoco al recorrer sus sinuosas y arregladas calles se ve gente con las típicas bolsas de compras navideñas.
Las historias que afloran golpean en lo más profundo. La periodista de radio Eugenia Lupaki – quebrada por las lágrimas- cuenta al aire el testimonio de una maestra jardinera que recibió de una de sus niñas la carta de la madre donde le decía que se la dejaba por unos meses porque no tenía dinero para alimentarla y abandonaba la capital en búsqueda de trabajo en el interior del país. Las historias dramáticas se reproducen. Un sacerdote salta a la fama porque el 21 de diciembre encontró en su pórtico dos niños de cuatro años abandonados por sus respectivas madres.
Aunque no sepan verbalizarlo muchos griegos sienten que están dando pasos agigantados hacia al infierno.
Frente a la salida del subte hay un puesto de “Médicos del Mundo” que recibe donaciones de comida para repartir entre los más necesitados y en un arranque de creatividad los voluntarios hicieron un árbol de navidad con las latas de conservas que juntaron durante el día. A pocos metros del “árbol” hay un grupo de unas veinte personas en un ostensible pésimo estado de salud inyectándose alguna droga ante la pasividad de los que pasan por allí que ya ni los miran porque son parte del “paisaje”. Sobre la vereda están las mantas extendidas de inmigrantes de Bangladesh que venden carteras truchas de Louis Vuitton o Prada. Con un ojo buscan compradores y con el otro miran por si viene la policía que los obliga a salir corriendo. En momentos de crisis los inmigrantes no son bienvenidos. A sus espaldas las luces iluminan los edificios que representan la majestuosidad del saber y la cultura griega milenaria, inermes ante la decadencia.
La crisis sin precedentes hace de Atenas una ciudad triste a pocos días de la navidad.
Los negocios están casi vacíos y el desánimo es tal que los vendedores ni siquiera tienen ganas de salir a la caza de los transeúntes. Saben que no tiene sentido porque la gente está sin dinero en sus bolsillos y tampoco entra para preguntar por los precios o pidiendo más rebajas de las que ya se ofrecen. Ni siquiera el barrio Kolonaki –considerado el más “chic” de la ciudad por sus tiendas de conocidas marcas internacionales – escapa a las generales de la ley. Tampoco al recorrer sus sinuosas y arregladas calles se ve gente con las típicas bolsas de compras navideñas.
Las historias que afloran golpean en lo más profundo. La periodista de radio Eugenia Lupaki – quebrada por las lágrimas- cuenta al aire el testimonio de una maestra jardinera que recibió de una de sus niñas la carta de la madre donde le decía que se la dejaba por unos meses porque no tenía dinero para alimentarla y abandonaba la capital en búsqueda de trabajo en el interior del país. Las historias dramáticas se reproducen. Un sacerdote salta a la fama porque el 21 de diciembre encontró en su pórtico dos niños de cuatro años abandonados por sus respectivas madres.
Aunque no sepan verbalizarlo muchos griegos sienten que están dando pasos agigantados hacia al infierno.
La bandera palestina (15.11.2011)
El ingenio de los pueblos que viven bajo una ocupación extranjera no tiene límites, la torpeza de las potencias ocupantes tampoco. Por las estrechas calles de la famosa Casba de Argel los soldados franceses corrían detrás de chiquillos argelinos que los provocaban en la cara y luego desaparecían en uno de los tantos laberintos que tiene la maravillosa ciudadela construida sobre una colina al borde del mar mediterráneo. En Vietnam, los pequeños gigantes que luchaban contra la sofisticada tecnología de los marines norteamericanos atacaban y se esfumaban en alguno de los miles de túneles que habían cavado bajo tierra. Los soldados, desconcertados, sabían que detrás de cada planta podía aparecer y desaparecer un vietnamita en un abrir y cerrar de ojos.
En Palestina no hay montañas ni selvas y nunca hubo una verdadera guerra de guerrillas contra la ocupación israelí. Pero los palestinos tienen sentido del humor y muchas veces desafían a los israelíes con la picardía. A comienzos de la década de los ochenta el Estado de Israel apenas reconocía a los palestinos como pueblo y consideraba a la OLP una organización terrorista a la cual había que destruir de cualquier manera. Por ende, también todos sus símbolos estaban prohibidos y eran perseguidos. Mientras el “enemigo público N° 1”, Yasser Arafat, se encontraba en el Líbano acosado por las bombas que caían sobre Beirut en su afán por matarlo, los palestinos jugaban al gato y al ratón con los soldados israelíes mostrándoles las bandera palestina roja, negra, verde y blanca. El ocupante, torpe y embrutecido, no contento con arrestar a quien osara enarbolar la bandera, perseguía cualquier expresión pública donde se combinaran los cuatro colores, prohibidos si se exhibían juntos. Si en una exposición de pinturas algún artista mostraba el pasto verde combinado con flores rojas, negras y blancas, llegaban las autoridades militares y clausuraban la muestra.
Uno de los frutos favoritos de los palestinos es el “batij”, la sandía, cuya cáscara exterior es verde y su parte interior blanca, con pulpa roja y pepitas negras. Y como el humor popular no tiene límites a alguien se le ocurrió hacer remeras con el dibujo de una sandía abierta. La respuesta fue inmediata: perseguir a quienes vestían esas remeras. Es posible que hoy algunos palestinos recuerden cuando comían sandías en la calles y se reían de los soldados. Pero seguramente todos miraran con felicidad las imágenes que llegan de París, donde la bandera palestina flamea en la UNESCO.
En Palestina no hay montañas ni selvas y nunca hubo una verdadera guerra de guerrillas contra la ocupación israelí. Pero los palestinos tienen sentido del humor y muchas veces desafían a los israelíes con la picardía. A comienzos de la década de los ochenta el Estado de Israel apenas reconocía a los palestinos como pueblo y consideraba a la OLP una organización terrorista a la cual había que destruir de cualquier manera. Por ende, también todos sus símbolos estaban prohibidos y eran perseguidos. Mientras el “enemigo público N° 1”, Yasser Arafat, se encontraba en el Líbano acosado por las bombas que caían sobre Beirut en su afán por matarlo, los palestinos jugaban al gato y al ratón con los soldados israelíes mostrándoles las bandera palestina roja, negra, verde y blanca. El ocupante, torpe y embrutecido, no contento con arrestar a quien osara enarbolar la bandera, perseguía cualquier expresión pública donde se combinaran los cuatro colores, prohibidos si se exhibían juntos. Si en una exposición de pinturas algún artista mostraba el pasto verde combinado con flores rojas, negras y blancas, llegaban las autoridades militares y clausuraban la muestra.
Uno de los frutos favoritos de los palestinos es el “batij”, la sandía, cuya cáscara exterior es verde y su parte interior blanca, con pulpa roja y pepitas negras. Y como el humor popular no tiene límites a alguien se le ocurrió hacer remeras con el dibujo de una sandía abierta. La respuesta fue inmediata: perseguir a quienes vestían esas remeras. Es posible que hoy algunos palestinos recuerden cuando comían sandías en la calles y se reían de los soldados. Pero seguramente todos miraran con felicidad las imágenes que llegan de París, donde la bandera palestina flamea en la UNESCO.
Hay motivos para sumarse a la CELAC (09.12.2011)
La reciente creación dela CELAC ha despertado numerosos debates sobre el futuro de una organización regional que está dando sus primeros pasos. Algunos presidentes latinoamericanos (Chávez, Correa) pretenden que reemplace a la OEA, mientras que otros (Piñera, Santos, Calderón) seguramente intentarán evitarlo para no perder un ámbito donde tiene una gran presencia Estados Unidos.
Esto es parte del debate político que seguramente veremos en los próximos años y que ya se instaló en muchos medios de comunicación que no vieron con buenos ojos la creación dela CELAC. “El Nuevo Herald” de Miami, a través de su columnista Andrés Oppenheimer (que suele tener un tono despectivo y burlón hacia toda iniciativa que provenga de los gobiernos progresistas) sostuvo que “la cumbre dela CELAC sólo produjo teatro político y más discursos llenos de retórica vacía (y que) difícilmente ocupará un lugar destacado en los libros de historia.” Miguel Ángel Bastenier en el diario español El País –si bien reconoce que la reunión fue importante- resalta varias “derrotas” de la diplomacia venezolana, como la imposibilidad de “jubilar ala OEA por falta de quórum”.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué treinta mandatarios (de treinta y tres) decidieron hacer el esfuerzo de trasladarse a Caracas, siendo que en el último tiempo muy pocos presidentes modifican sus agendas locales para asistir a las cumbres que se desarrollan cada año (Iberoamericanas, OEA, Unasur, Mercosur, etc.). Es posible que algunas respuestas se encuentren en los discursos de los “pequeños” países, por lo general eclipsados por los ecos y olas que producen los “grandes”. Tal vez por esta razón se haya prestado poca atención a las breves palabras del presidente de Haití, Michel Martelly, a quien nadie podría identificar como un seguidor de Hugo Chávez. En su corta alocución Martelly elogió el programa “Petro Caribe” impulsado por Venezuela que ha permitido la construcción de cerca de tres mil cuatrocientas viviendas sociales y ayudará a que en 2012 se implemente el programa “Aba Grangou” (no más hambre) inspirado en el conocido “hambre cero” de Brasil. Aunque Martelly pudiera sentir afinidad con los gobiernos de la derecha en la región, el gran problema de éstos es que hace años se han quedado sin propuestas atractivas, y su discurso se reduce a proponer más tratados de libre comercio al estilo de lo que siempre pregona Estados Unidos. Por el contrario, los gobiernos progresistas –con todas sus diferencias- están generando iniciativas políticas (Unasur en Haití es un ejemplo de ello), proyectos novedosos (Banco del Sur, Petrocaribe) y una mirada mucho más global y a largo plazo (CELAC). Es lo que explica –entre otros motivos- porqué casi todos se trasladaron a Caracas para no quedar afuera dela CELAC, mal que le pese a algunos que no pueden ver la realidad más allá de su expresión de deseos.
Esto es parte del debate político que seguramente veremos en los próximos años y que ya se instaló en muchos medios de comunicación que no vieron con buenos ojos la creación dela CELAC. “El Nuevo Herald” de Miami, a través de su columnista Andrés Oppenheimer (que suele tener un tono despectivo y burlón hacia toda iniciativa que provenga de los gobiernos progresistas) sostuvo que “la cumbre dela CELAC sólo produjo teatro político y más discursos llenos de retórica vacía (y que) difícilmente ocupará un lugar destacado en los libros de historia.” Miguel Ángel Bastenier en el diario español El País –si bien reconoce que la reunión fue importante- resalta varias “derrotas” de la diplomacia venezolana, como la imposibilidad de “jubilar ala OEA por falta de quórum”.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué treinta mandatarios (de treinta y tres) decidieron hacer el esfuerzo de trasladarse a Caracas, siendo que en el último tiempo muy pocos presidentes modifican sus agendas locales para asistir a las cumbres que se desarrollan cada año (Iberoamericanas, OEA, Unasur, Mercosur, etc.). Es posible que algunas respuestas se encuentren en los discursos de los “pequeños” países, por lo general eclipsados por los ecos y olas que producen los “grandes”. Tal vez por esta razón se haya prestado poca atención a las breves palabras del presidente de Haití, Michel Martelly, a quien nadie podría identificar como un seguidor de Hugo Chávez. En su corta alocución Martelly elogió el programa “Petro Caribe” impulsado por Venezuela que ha permitido la construcción de cerca de tres mil cuatrocientas viviendas sociales y ayudará a que en 2012 se implemente el programa “Aba Grangou” (no más hambre) inspirado en el conocido “hambre cero” de Brasil. Aunque Martelly pudiera sentir afinidad con los gobiernos de la derecha en la región, el gran problema de éstos es que hace años se han quedado sin propuestas atractivas, y su discurso se reduce a proponer más tratados de libre comercio al estilo de lo que siempre pregona Estados Unidos. Por el contrario, los gobiernos progresistas –con todas sus diferencias- están generando iniciativas políticas (Unasur en Haití es un ejemplo de ello), proyectos novedosos (Banco del Sur, Petrocaribe) y una mirada mucho más global y a largo plazo (CELAC). Es lo que explica –entre otros motivos- porqué casi todos se trasladaron a Caracas para no quedar afuera dela CELAC, mal que le pese a algunos que no pueden ver la realidad más allá de su expresión de deseos.
El FMI no descansa (25.11.2011)
La prensa mundial ha sido muy transparente al reflejar las presiones dela Unión Europea, Alemania, y el Fondo Monetario Internacional a Grecia, Italia y España. Los europeos, tan acostumbrados a avalar los “consejos y sugerencias” de los organismos internacionales para América Latina, ahora están presenciando como esos “consejos y sugerencias” se convierten en presiones y ultimátums, como sucedía en América Latina años atrás. “Crece la presión internacional para que Rajoy defina sus planes” tituló el diario El País de Madrid el 22 de noviembre. Y por si alguien no entendió de donde viene la presión otro titular lo aclara: “Merkel le exige que adopte medidas rápidamente”.
En el caso griego es aún más elocuente. En las últimas semanas las presiones sobre este país -que apenas representa el tres por ciento de PBI de la eurozona- fueron tan evidentes que la canciller alemana aparecía en la tapa de los diarios como si fuera la nueva primer ministro griega. “Ultimátum para la firma hasta el 29”tituló el diario Kathimerini. Ya nadie oculta que los europeos –léase los alemanes dice el Athens News el 23 de noviembre- quieren estar seguros de que ningún gobierno posterior al actual pueda cambiar ni una coma de lo que impongala Unión Europea en la reestructuración del Estado o el uso de los fondos públicos. Un obstáculo que todavía no han podido sortear es la negativa de Antoni Samaras, el principal dirigente del partido conservador Nueva Democracia, de avalar con su firma un acuerdo porque quiere ser primer ministro a corto plazo y no quiere firmar ningún compromiso que lo deje atado de pies y manos en el futuro. Angela Merkel dijo en el parlamento alemán que no habría dinero para Grecia si todos los partidos que apoyan al gobierno de Papademos no firmaban el acuerdo. Más claro imposible.
El FMI tampoco descansa. Sus funcionarios realizaron hace unos días una visita a Paraguay y dijeron que era imposible cubrir subas salarias, y en la República Dominicana presionaron al presidente Leonel Fernández para que subiera un 18 por ciento las tarifas eléctricas. Sin embargo, es interesante contrastar la actitud de los gobernantes de España, Italia y Grecia ante las presiones y exigencias de los organismos internacionales con la de algunos presidentes latinoamericanos. En la última Cumbre Iberoamericana realizada en Paraguay a fines de octubre Rafael Correa salió de la sala de sesiones cuando se disponía a hablar Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina, y denunció ante los micrófonos que Cox lo había chantajeado en persona durante su breve gestión como ministro de economía del gobierno de Alfredo Palacio. Para Correa llegó el momento de no dejarse chantajear más. ¿Seguirán su ejemplo?
En el caso griego es aún más elocuente. En las últimas semanas las presiones sobre este país -que apenas representa el tres por ciento de PBI de la eurozona- fueron tan evidentes que la canciller alemana aparecía en la tapa de los diarios como si fuera la nueva primer ministro griega. “Ultimátum para la firma hasta el 29”tituló el diario Kathimerini. Ya nadie oculta que los europeos –léase los alemanes dice el Athens News el 23 de noviembre- quieren estar seguros de que ningún gobierno posterior al actual pueda cambiar ni una coma de lo que impongala Unión Europea en la reestructuración del Estado o el uso de los fondos públicos. Un obstáculo que todavía no han podido sortear es la negativa de Antoni Samaras, el principal dirigente del partido conservador Nueva Democracia, de avalar con su firma un acuerdo porque quiere ser primer ministro a corto plazo y no quiere firmar ningún compromiso que lo deje atado de pies y manos en el futuro. Angela Merkel dijo en el parlamento alemán que no habría dinero para Grecia si todos los partidos que apoyan al gobierno de Papademos no firmaban el acuerdo. Más claro imposible.
El FMI tampoco descansa. Sus funcionarios realizaron hace unos días una visita a Paraguay y dijeron que era imposible cubrir subas salarias, y en la República Dominicana presionaron al presidente Leonel Fernández para que subiera un 18 por ciento las tarifas eléctricas. Sin embargo, es interesante contrastar la actitud de los gobernantes de España, Italia y Grecia ante las presiones y exigencias de los organismos internacionales con la de algunos presidentes latinoamericanos. En la última Cumbre Iberoamericana realizada en Paraguay a fines de octubre Rafael Correa salió de la sala de sesiones cuando se disponía a hablar Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina, y denunció ante los micrófonos que Cox lo había chantajeado en persona durante su breve gestión como ministro de economía del gobierno de Alfredo Palacio. Para Correa llegó el momento de no dejarse chantajear más. ¿Seguirán su ejemplo?
domingo, 20 de noviembre de 2011
¿Por qué quieren atacar a Irán?
Para cualquiera que no sea un experto en energía atómica es muy difícil opinar sobre el nivel de desarrollo nuclear de cualquier país o de su capacidad para utilizar dicha energía con fines militares. Los planes suelen ser secretos y lo poco que se sabe son rumores y trascendidos que difunden supuestos expertos a los medios de comunicación, muchas veces con objetivos políticos no declarados. Es lo que sucedió con Irak en la década del noventa y ahora se repite con la República Islámica de Irán. Lo de Irak es historia conocida. Con la excusa de que el régimen de Saddam Hussein estaba desarrollando “armas de destrucción masiva” se creó un consenso internacional para apoyar la invasión a Irak. Cómo olvidar la exposición de Colin Powell en Naciones Unidas mostrando un pequeño tubito como ejemplo de lo que tenía Saddam Hussein para destruir el planeta. Cualquier persona honesta que seguía con atención la prensa norteamericana tenía motivos para desconfiar y pensar que se estaba urdiendo una trama cuyo objetivo era derrocar a Saddam Hussein. No hubo que esperar mucho tiempo para que se supiera que se había inventado una fabulosa mentira con la complicidad de algunos de los medios de comunicación más prestigiosos del planeta, y en primer lugar el New York Times, que un año después (26.05.04)) tuvo que disculparse.
¿Cómo no sospechar que se esté urdiendo una trama similar respecto de Irán? Hace poco tiempo Mohamed Baradei, ex presidente de la Comisión Internacional de Energía Atómica y premio nobel de la paz en 2005 dijo que no había pruebas de que Irán estuviera desarrollando tecnología nuclear con fines bélicos y que no era lo mismo buscarla que tenerla.
La demonización de Irán es un hecho, pero tampoco es nueva. En realidad, comenzó el día después de que cayera Reza Pahlevi en 1979, uno de los principales aliados de los Estados Unidos en Asia y con influencia en todo el Medio Oriente. Además, no hay que olvidar que Irán es uno de los países que poseen las mayores reservas petroleras.
No es ningún secreto que los tambores de guerra suenan en Estados Unidos, Israel y el Reino Unido. A los cuatro vientos dicen que hay que impedir el desarrollo nuclear de Irán como si este país fuera una amenaza para la humanidad, lo mismo que se decía respecto de Saddam Hussein. Es muy llamativo que quienes levantan el dedo acusador sean justamente quienes han comenzado varias guerras, invadieron países que todavía ocupan o violan sistemáticamente resoluciones de Naciones Unidas. ¿E Irán? Se pueden decir muchas cosas del régimen iraní, pero no invadió ningún país, no comenzó ninguna guerra y no tiene bases militares o tropas por doquier. Pero desafía a la primera potencia mundial. Y eso no se perdona.
¿Cómo no sospechar que se esté urdiendo una trama similar respecto de Irán? Hace poco tiempo Mohamed Baradei, ex presidente de la Comisión Internacional de Energía Atómica y premio nobel de la paz en 2005 dijo que no había pruebas de que Irán estuviera desarrollando tecnología nuclear con fines bélicos y que no era lo mismo buscarla que tenerla.
La demonización de Irán es un hecho, pero tampoco es nueva. En realidad, comenzó el día después de que cayera Reza Pahlevi en 1979, uno de los principales aliados de los Estados Unidos en Asia y con influencia en todo el Medio Oriente. Además, no hay que olvidar que Irán es uno de los países que poseen las mayores reservas petroleras.
No es ningún secreto que los tambores de guerra suenan en Estados Unidos, Israel y el Reino Unido. A los cuatro vientos dicen que hay que impedir el desarrollo nuclear de Irán como si este país fuera una amenaza para la humanidad, lo mismo que se decía respecto de Saddam Hussein. Es muy llamativo que quienes levantan el dedo acusador sean justamente quienes han comenzado varias guerras, invadieron países que todavía ocupan o violan sistemáticamente resoluciones de Naciones Unidas. ¿E Irán? Se pueden decir muchas cosas del régimen iraní, pero no invadió ningún país, no comenzó ninguna guerra y no tiene bases militares o tropas por doquier. Pero desafía a la primera potencia mundial. Y eso no se perdona.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
El mundo de los medios y Cristina
Las elecciones en un país suelen brindar una buena oportunidad para ver cómo los medios de comunicación analizan un proceso electoral y sus resultados. Siempre hay que partir del presupuesto que la objetividad no existe y que muchos diarios o canales de televisión informan desde un lugar determinado que no suele ser neutral, sea por cuestiones ideológicas o intereses económicos. De hecho, el triunfo electoral de la presidenta Cristina Fernández tuvo distintas lecturas según el medio que transmitiera la información, en la Argentina y en el mundo. A nivel internacional se puede observar que hubo tres formas de informar sobre el resultado del domingo 23 de octubre. En algunos países, especialmente los más alejados y con menor interés objetivo por los cambios en la Argentina, hubo una tendencia a informar en base a los cables de las agencias internacionales y sin grandes interpretaciones o elucubraciones. Es así que el diario Japan Today de Tokio simplemente informa que Cristina Fernández será “la primera mujer reelecta presidenta en América Latina”, o que Pueblo en Línea de Pekín en un tono neutro resalta que la presidenta Fernández “agradece a líderes regionales”.
Por el otro lado, uno podía encontrar medios, especialmente en América Latina, que claramente celebraron el triunfo electoral. Tal fue el caso del diario La República de Uruguay con su tapa el lunes 24 que decía “Cristinazo”, o el diario El Telégrafo de Ecuador que tituló “Cristina Fernández gana la presidencia argentina con una votación histórica” y resaltó que es la primera mujer en reelegirse en la presidencia de un país.
En una tercera categoría para el análisis se pueden situar los medios críticos hacia la gestión del gobierno argentino que subrayaron las cuestiones negativas por sobre las positivas. Este fue el caso de varios diarios españoles. Un editorial del diario El País de Madrid se preguntaba “¿Cristina para siempre?” y El Mundo titulaba su nota principal del día después “El Gobierno argentino, Parlamento y sindicatos, en manos de Cristina”. Como suele suceder, cuando uno tiene una postura adversa respecto de un gobierno intenta minimizar el triunfo, lo que se percibe al leer el artículo principal de El Mundo. Allí Ramy Wurgfat escribía: “Que Cristina Fernández de Kirchner haya obtenido la reelección con el 53,8% del sufragio; que sea la candidata más votada desde el retorno de la democracia; que haya establecido una diferencia abismal con su adversario más cercano… Todos esos superlativos sirven para llenar la portada de los periódicos pero sólo constituyen una parte del relato y quizá no la más importante”. Al leer la nota cuesta entender qué es lo más importante para el autor de la crónica, pero la respuesta llega al final. El cierre, que deber ser contundente, es una cita de Mariano Grondona presentado simplemente como “columnista del diario ‘La Nación’”, aunque tal vez los lectores españoles no lo conozcan demasiado. “Todo parece igual –asegura Grondona- pero ya nada es igual desde que Argentina pasó de ser una democracia endeble a una sólida monarquía absoluta; sin contrapesos ni controles de ningún orden”.
Cualquier análisis de un proceso electoral presenta matices y visiones diferentes. Pero es interesante como una semana después de las elecciones en El País se critica al gobierno por la ya famosa ley de medios y se desliza que “entre otras cosas, afecta a los intereses de PRISA (editora de El País)”. Transparente el diario, hay que reconocerlo. Muy transparente.
Por el otro lado, uno podía encontrar medios, especialmente en América Latina, que claramente celebraron el triunfo electoral. Tal fue el caso del diario La República de Uruguay con su tapa el lunes 24 que decía “Cristinazo”, o el diario El Telégrafo de Ecuador que tituló “Cristina Fernández gana la presidencia argentina con una votación histórica” y resaltó que es la primera mujer en reelegirse en la presidencia de un país.
En una tercera categoría para el análisis se pueden situar los medios críticos hacia la gestión del gobierno argentino que subrayaron las cuestiones negativas por sobre las positivas. Este fue el caso de varios diarios españoles. Un editorial del diario El País de Madrid se preguntaba “¿Cristina para siempre?” y El Mundo titulaba su nota principal del día después “El Gobierno argentino, Parlamento y sindicatos, en manos de Cristina”. Como suele suceder, cuando uno tiene una postura adversa respecto de un gobierno intenta minimizar el triunfo, lo que se percibe al leer el artículo principal de El Mundo. Allí Ramy Wurgfat escribía: “Que Cristina Fernández de Kirchner haya obtenido la reelección con el 53,8% del sufragio; que sea la candidata más votada desde el retorno de la democracia; que haya establecido una diferencia abismal con su adversario más cercano… Todos esos superlativos sirven para llenar la portada de los periódicos pero sólo constituyen una parte del relato y quizá no la más importante”. Al leer la nota cuesta entender qué es lo más importante para el autor de la crónica, pero la respuesta llega al final. El cierre, que deber ser contundente, es una cita de Mariano Grondona presentado simplemente como “columnista del diario ‘La Nación’”, aunque tal vez los lectores españoles no lo conozcan demasiado. “Todo parece igual –asegura Grondona- pero ya nada es igual desde que Argentina pasó de ser una democracia endeble a una sólida monarquía absoluta; sin contrapesos ni controles de ningún orden”.
Cualquier análisis de un proceso electoral presenta matices y visiones diferentes. Pero es interesante como una semana después de las elecciones en El País se critica al gobierno por la ya famosa ley de medios y se desliza que “entre otras cosas, afecta a los intereses de PRISA (editora de El País)”. Transparente el diario, hay que reconocerlo. Muy transparente.
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