sábado, 16 de junio de 2012

Grecia entre el miedo y la esperanza (desde Atenas)

Los actos de cierre de campaña suelen ser un momento clave de un proceso electoral y en ocasiones permiten proyectar lo que sucederá el día de la votación. Claro que en Grecia está todo patas para arriba y nadie se atreve a sacar conclusiones contundentes de los actos que realizaron los dos partidos que se disputan el primer lugar. Alexis Tsipras, el candidato a primer ministro de Syriza -coalición de la izquierda radical- realizó un gran acto en la céntrica plaza Omonia que convocó a unas treinta mil personas convencidas del triunfo el domingo 17. A pesar de ser muy “latinos”, el entusiasmo de los manifestantes está muy lejos del calor que tienen los actos políticos en la Argentina donde se canta y se baila al compás de las murgas y los bombos. Apenas algunas consignas en contra de los partidos de derecha y el agitar de las banderas rojas de los doce diferentes partidos y grupos que componen Syriza. Tsipras, fiel a su estilo, fue muy duro con los organismos internacionales y en particular con la canciller alemana Angela Merkel, que le impusieron al pueblo griego un durísimo plan de ajuste en los últimos años. Sin medias tintas se refirió a los que “saquearon nuestro país y empobrecieron al pueblo (y) los que nos llevaron al caos y ahora nos amenazan con el caos”. Frente al presente sombrío Tsipras insiste en resaltar una palabra: esperanza. La contratara del acto de Syriza fue el que realizó el conservador Nueva Democracia en la plaza Syntagma, de cara al parlamento griego. Este fue asombrosamente pequeño, de apenas unas cinco mil personas que agitaban la tradicional bandera celeste y blanca griega. En un gigantesco escenario pintado de celeste y con trazos de pintura todavía fresca su líder Antoni Samaras aseguró que lo que está en juego es la existencia de Grecia como nación. Apelando a un claro discurso de futuro tenebroso si ganaba la izquierda planteó que el dilema era “el euro o el dracma”, insistiendo en que solamente su partido podría garantizar la continuidad en Europa, y por ende de la moneda común. De todas maneras, el impresionante crecimiento de Syriza ha provocado un ligero cambio en el discurso de Samaras que ahora afirma que habrá que “renegociar” el famoso “memorándum” de ajuste impuesto meses atrás por la troika, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Eurozona. Poco parece importarle ahora que se negó a firmarlo durante un tiempo diciendo que los obligaban a ponerse de rodillas ante Europa. Si uno se guiara por los actos de cierre de campaña se podría pensar en un contundente triunfo de Syriza. Pero ni los más optimistas de la izquierda creen que podrán tener mayoría absoluta en el parlamento. El agotamiento de la política y la profunda crisis económica tal vez expliquen la falta de presencia de grandes masas en las calles. Pero el bombardeo mediático no cesa porque toda Europa está pendiente de lo que suceda en Grecia. Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, aseguró que “Europa tiene que transmitir que el euro es irreversible”. Y numerosos medios titulan que en Grecia se “se decide el futuro del euro”, como si el sufrimiento actual de los ciudadanos griegos no importara. Atenas, 16 de junio 2012