Las revueltas que estallaron a comienzo de este año en varios países árabes tuvieron desarrollos muy disímiles e incluso contrapuestos. En Tunez y Egipto cayeron los presidentes, en Libia hay una guerra civil, en Yemen una situación incierta con su presidente en Arabia Saudita, y algunas monarquías han comenzado a plantear reformas para mitigar las protestas.
Es el caso de Marruecos. El rey Mohammed VI comprendió rápidamente que los presidentes de Tunez (Ben Ali) y Egipto (Mubarak) cayeron, entre otros motivos, por su falta de voluntad de implementar cambios, o de tener propuestas que pudieran concitar el apoyo de la mayoría de la población. El otro error cometido por Ben Ali y Mubarak fue apelar a la represión y dejar el espacio público, las calles, en las manos de la oposición. Mohammed VI el 9 de marzo anunció una reforma de la constitución y movilizó a sus partidarios en las calles para contrarrestar al movimiento de protesta juvenil que lleva el nombre “20 de febrero” y que tiene múltiples reivindicaciones, entre ellas la de una constitución democrática. Tres meses después, el 17 de junio, sorprendió al presentar una nueva constitución elaborada por un grupo de expertos para que fuera votada en un referendum el viernes 1 de julio. En apenas dos semanas la población tuvo que conocer y aprender 180 artículos -que en el Boletín Oficial ocupan 77 paginas- para decidir si votan a favor o en contra de la nueva constitución. Dada la extensión del texto la mayoría de los diarios optaron por publicar versiones reducidas de menos de 50 artículos para que –por lo menos- se tuviera noción de lo que se va a votar.
En las principales ciudades se realizaron manifestaciones a favor y en contra de la nueva constitución, sin embargo, un día antes de la votación asombra la calma que reina en la capital Rabat. Un turista desprevenido ni se daría cuenta de lo importante que es el 1 de julio ya que en las calles no hay propaganda electoral, y si no conoce el árabe tampoco le prestaría mucha atención a una bandera verde y grande que cuelga de una ventana y dice “na´am al dustur” (de acuerdo, a la constitución).
Los que apoyan al rey consideran que la nueva constitución representa la versión pacífica de la llamada “primavera árabe”; los que se oponen, que es una maniobra para que todo el poder siga en sus manos.