lunes, 15 de agosto de 2011

¿Hacia la refundación de Chile?

Seguramente cuando los estudiantes secundarios chilenos comenzaron a tomar los colegios en junio con reivindicaciones puntuales estaban muy lejos de imaginar que sus reclamos pondrían en jaque al sistema político en su conjunto.
Al poco tiempo se sumaron los universitarios y otras voces en apoyo a la consigna de una educación pública y gratuita. Es muy posible que también los funcionarios del gobierno pensaran que la protesta era similar a la protagonizada por los “pingüinos” en 2006 cuando reclamaron reformas edilicias en los colegios o el transporte público gratuito para todo el año.
El gobierno del presidente Sebastián Piñera creyó que le sería fácil deslegitimar al movimiento estudiantil asociando las tomas de los colegios y las marchas callejeras con la violencia. Sin embargo, el ingenio y creatividad de los estudiantes al impulsar protestas originales, pacíficas e incluso divertidas, permitió que vastos sectores de la población se sumaran al reclamo.
El gobierno no comprendió la corriente de simpatía que se había generado y con el apoyo de los principales medios de comunicación insistió en que la protesta era violenta y minoritaria. Pero al poco tiempo tuvo que renunciar el ministro de educación Joaquín Lavín.
Propuesta va, propuesta viene, el gobierno sólo atina a plantear que se acabe el caos, que los estudiantes levanten todas las tomas, retomen sus estudios y esperen que alguna comisión del Congreso incorpore a su agenda algunos puntos específicos de los reclamos.
En realidad, el gobierno de Sebastián Piñera ha comprendido que la dinámica de la lucha estudiantil excede la reforma del sistema educativo e implica un cuestionamiento del sistema político heredado de la dictadura. Por esta razón no puede aceptar la propuesta de un plebiscito sobre la educación.
Esto podría provocar un debate sobre todo aquello que la dictadura impuso, justamente sin confrontación de ideas. Si hubiera habido un debate democrático difícilmente se hubieran aprobado las ideas que traían los civiles que acompañaron a los militares.
En este contexto un plebiscito tiene un sentido profundamente democratizador para la sociedad chilena, porque obligaría a debatir desde la educación y la salud hasta el régimen de pensiones y la constitución aprobada en 1980 durante la dictadura.
Por otra parte, si los ministros y funcionarios del gobierno no suelen mencionar que la dictadura cambió las reglas de juego que existieron durante décadas en Chile es, entre otras cosas, porque muchos de ellos fueron parte de la dictadura o se identificaron con sus postulados. Abrir un debate sobre la educación e impulsar otro sobre la constitución tiene hoy un sentido fundacional para Chile.
Los diferentes actores, que incluye a los medios de comunicación que apoyaron el golpe de Estado de 1973, están tomando consciencia del momento histórico que están viviendo y que los jóvenes han abierto la caja de Pandora. Porque se trata, ni más ni menos, de la refundación de Chile.