06 de octubre de 2011 (desde Nueva York)
Ha muerto Steve Jobs, el genio de Apple, y muchos en Nueva York lo lloran. Jobs era un ejemplo y modelo del sueño americano, un “self made man” que comenzó a trabajar con un amigo en un garaje y terminó construyendo uno de los grandes emporios de la tecnología del siglo XXI. En Estados Unidos, siempre tan afectos a lo superlativo, algunos, como el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, lo compararon con Einstein y Thomas Alva Edison. No hay noticiero que no se refiera a Jobs en sus titulares.
Frente al gran negocio vidriado de Apple a pocas cuadras del exquisito Central Park la gente se acercó para despedir a alguien que los marcó para siempre. Algunos pintaron en la pared “te queremos Steve” y prendieron velas, otros simplemente dejaron flores o una manzana como ofrenda (apple en inglés es manzana).
Pero el sueño americano tiene otra cara que no parece alcanzar a todos. En la parte baja de la ciudad también hay manzanas. Pero las reparten para que la gente las coma. Aunque muchos de los que están acampando en el parque Zuccoti tengan algunos de los productos desarrollados por Jobs, aquí la palabra “jobs” se usa en más en su acepción original (jobs = trabajos), y las velas que se prenden son para iluminar los carteles hechos a mano que reflejan la importante movilización que, el miércoles 5 de octubre, recorrió hasta el anochecer las calles del sur de la ciudad.
Aquí no hay llantos, más bien entusiasmo, aunque la policía es muy estricta y no permite que los manifestantes continúen hacia la calle Wall Street como quieren algunos, o que se queden parados en la plaza seca que está cruzando la calle y pertenece a un edificio privado. Y la policía no duda en arrestar a unos cuantos que desean continuar con la protesta. Si quieren mantener vivos sus reclamos lo tienen que hacer en el parque Zuccoti, que parece un “territorio liberado” en esta ciudad, aunque con restricciones. Aprovechando que hay mucha gente alguien comienza a utilizar un megáfono aunque -vale la pena recordarlo- está prohibido. Como no quieren problemas con las autoridades al rato desaparece y retoman el método artesanal para hablar; uno pide la palabra, habla, y todos alrededor repiten lo que dijo para que escuchen los que están más lejos. Tedioso, pero funciona.
Mientras los grandes medios lloran la desaparición del genio de la tecnología, en la plaza no pueden ni siquiera usar un pequeño micrófono. Ironías de la historia. La tapa del New York Times del jueves 6 refleja las dos caras de la “gran manzana”, como se la conoce a esta ciudad. Por lado, una foto de la manifestación del miércoles que congregó a miles de personas para exigir una profunda reforma impositiva que toque a los más ricos y beneficie a las grandes mayorías. Por el otro, una foto de Steve Jobs, ejemplo del sueño americano al que sólo acceden unos pocos.