martes, 15 de febrero de 2011

Pedro Brieger: El despertar democrático árabe

Algunos analistas sostienen que esta “revolución árabe” sólo es comparable en su profundidad con otros hechos históricos que cambiaron al mundo como la toma de la Bastilla en 1789, las revoluciones burguesas de 1848 en Europa o la caída del muro de Berlín en 1989. La historia nunca se repite, pero las comparaciones sirven como juego dialéctico para analizar la dimensión de un acontecimiento.
Y para comprender mejor la trascendencia de lo que está sucediendo hay que recordar que la inmensa mayoría de los árabes nunca conocieron la democracia. Muchos de ellos durante casi 400 años estuvieron dominados por el Imperio otomano sin libertades democráticas ya que eran súbditos de los turcos. Paralelamente, los británicos y los franceses comenzaron a ocupar territorios de la región para garantizarse puntos estratégicos entre Asia y Africa y tener un mayor control del comercio mundial.
En 1830 Francia ocupó Argelia y a fines del siglo diecinueve se abrió el Canal de Suez en suelo egipcio para beneficiar a las potencias europeas.
Cuando el Imperio otomano se desintegró durante la primera guerra mundial, Francia y el Reino Unido aprovecharon para repartirse sus dominios y crear países mediante un acuerdo secreto conocido como Sykes-Piccot, por el nombre de los funcionarios que lo firmaron. La población local nunca fue consultada.
Tampoco cuando las potencias coloniales decidieron colocar monarquías a dedo en Egipto o Arabia Saudita.
En Irak y Jordania incluso entronaron a dos hermanos, uno de los cuales todavía tiene a su bisnieto gobernando en Amman. En 1952 un golpe de Estado en Egipto provocó un terremoto en la región se derrocó la monarquía y accedió al poder Gamal Abdel Nasser, quien proclamó la República, impulsó el nacionalismo árabe y un proceso de nacionalizaciones que incluyó al Canal de Suez. En medio de la Guerra Fría, su gobierno tampoco se caracterizó por la ampliación de las libertades democráticas.
En los últimos treinta años, con la excepción del Líbano, prácticamente ningún país árabe tuvo elecciones libres, sindicatos independientes o partidos políticos que funcionaran sin el control del Estado. Los medios de comunicación están controlados por los gobiernos y las manifestaciones públicas prohibidas. Los pueblos en Túnez y Egipto quieren cambios profundos y parecen decididos a conseguirlos.

http://www.mdzol.com/mdz/nota/273660/ (15.02.2011)