La mayoría de los países de América Latina que recibieron oleadas de inmigrantes árabes están marcados por la herencia que éstos han dejado en las diferentes sociedades. Varios incluso han tenido presidentes de origen árabe y no son pocos los líderes políticos y sociales que tienen sus raíces en el Medio Oriente. A pesar de los vínculos históricos y de la identificación política entre el nacionalismo árabe y el tercermundismo latinoamericano en los años cincuenta y sesenta, pocos presidentes árabes visitaron la región. Salvo por su relación con Cuba los vínculos políticos y culturales del mundo árabe con América Latina parecían congelados.
En los últimos años, y gracias a las transformaciones en países como Venezuela y Brasil, nuestra región comenzó a mirar un poco más hacia el mundo árabe. De hecho, y por iniciativa de Lula, ya se realizan cumbres entre la Liga Arabe y América del Sur. Es en este marco que hay que analizar la gira del presidente sirio Bachar al Assad por Venezuela, Cuba, Brasil y Argentina. Con los dos primeros existe una mayor afinidad política. Cuba rompió relaciones con el Estado de Israel siguiendo al bloque soviético a raíz de la guerra de 1967, y Venezuela expulsó al embajador israelí por la invasión a Gaza en diciembre 2008. Hugo Chávez, ya se había convertido en un héroe para los árabes en 2006 cuando criticó abiertamente la invasión del Líbano de ese año; y los afiches con su cara se podían ver en Beirut junto a las ruinas de los edificios arrasados por los aviones israelíes.
Como Brasil y la Argentina tienen buenas relaciones con el Estado de Israel y con los países árabes, Assad recalcó el rol de mediadores que ambos podían cumplir para poder avanzar en el tan mentado proceso de paz estancado hace varios años. Pero a Siria le interesa sumar apoyo para recuperar el Golán, un territorio que forma parte de la provincia de Kuneitra, conquistado por Israel en 1967 y que se niega a devolver, a pesar de las resoluciones de Naciones Unidas que así se lo exigen. En su gira, aunque hubo presiones y protestas de muchas organizaciones judías, logró que los cuatro países apoyaran explícitamente su reclamo. Y esto no es poco para un país que también está en la mira de Estados Unidos.