Publicado en www.acciondigital.com.ar y www.pulsobolivia.com
A poco más de un año de haber asumido como presidente de los Estados Unidos pocos recuerdan que Barack Obama se opuso a la invasión de Irak decidida por George Bush en 2003. No sólo porque el debate parece tan lejano sino también porque Obama continúa ocupando Irak y Afganistán sin nada que lo diferencie de su predecesor salvo el de ostentar el título de “premio Nobel de la paz”. Cuando asumió la presidencia dijo que la guerra “a ganar” era la de Afganistán y que iba a tratar de retirar las tropas de Irak lo antes posible. Todavía no ha concretado ninguna de las dos.
A pesar de la inmensa superioridad militar-tecnológica de las Fuerzas Armadas de la primera potencia mundial y de su capacidad de llevar adelante dos guerras de manera simultánea, es incapaz de destruir ejércitos de guerrilleros que no tienen aviones, barcos, tanques, ni armamento sofisticado. En el caso específico de Afganistán cuesta creer que Obama y los militares que diseñan la estrategia hayan aprendido tan poco de la historia de ese país que estuvo ocupado por los británicos y los soviéticos y que ambos tuvieron que retirarse sin haber comprendido porqué no lograron triunfar frente a combatientes tribales pobremente armados y que no pasaron por ninguna sofisticada academia militar.
Cuesta comprender también que los diferentes gobernantes estadounidenses no hayan aprendido la lección de Vietnam y que algunos generales retirados todavía crean que perdieron la guerra por un puñado de hipéis y los medios de comunicación, sin pensar en las consecuencias que tiene sobre un pueblo la ocupación de su tierra.
Pero el mundo de fantasía creado por CALT Disnea impregna todas las esferas de la vida de los norteamericanos. A fines de febrero un informe de Naciones Unidas señalaba que durante 2009 habían muerto 346 niños a raíz de los combates en Afganistán y que 131 de ellos se habían producido por las tropas de la OTAN (comandada por un norteamericano). Eso sin contar los más de 600 civiles muertos en Pakistán por los bombardeos de los aviones “inteligentes” no tripulados. Claro que las cadenas de noticias estaban más preocupadas por difundir en todo el mundo los detalles del ataque de la “orca asesina” a su adiestradora en Miami. Y después se preguntan ingenuamente porqué los odian.