Publicado en www.acciondigital.com.ar y www.pulsobolivia.com
Dentro de pocos meses se cumplirán veinte años de la invasión de Saddam Hussein a Kuwait y en este pequeño emirato sobre el golfo arábigo-pérsico el tema es recurrente en cualquier conversación. Agosto y febrero son dos meses claves para comprender la actualidad de este país rodeado por dos gigantes como Arabia Saudita e Irak. También de la región, ya que frente a sus costas está Irán, otra nación poderosa. El 2 de agosto de 1990 el ejército iraquí invadió Kuwait, y el 26 de febrero de 1991 las tropas norteamericanas expulsaron a las iraquíes. En las calles de la capital quedan pocos rastros de la ocupación iraquí ya que todo fue reconstruido con los miles de millones de dólares que aportaron los norteamericanos que dejaron –además- varias bases militares y unos veinte mil soldados. Los pozos de petróleo funcionan a pleno por doquier como si nunca hubieran sido quemados por los iraquíes cuando en su repliegue desesperado intentaron sabotear la única fuente de ingresos del emirato. Por otra parte, los geólogos locales aseguran que el petróleo no se acaba a pesar de los pronósticos pesimistas de quienes buscan fuentes alternativas al oro negro.
Kuwait es país extraño. Este pequeño pueblo de pescadores y buscadores de perlas se convirtió en nación independiente por obra y gracia de los británicos cuándo éstos descubrieron la inmensa fortuna que yacía bajo sus arenas. El petróleo los hizo tan ricos que los kuwaitíes se enorgullecen de no pagar impuestos, de que la salud y la educación son gratuitas y de que no hay pobres. Pero no es menos cierto que casi un setenta por ciento de la población está compuesto por trabajadores extranjeros temporarios del sudeste asiático y otros países árabes, y que ellos realizan los trabajos menos calificados, y no gozan del mismo nivel de vida que los nativos. Entre los hechos extraños se puede señalar que Kuwait está gobernado desde siempre por una familia real que nadie cuestiona y que a veces tiene posturas más progresistas que los políticos locales, que recién en 2005 aprobaron el voto femenino a pesar de que el Emir lo venía planteando durante años. Mientras el petróleo sea indispensable para la economía nadie puede prescindir de Kuwait; y los kuwaitíes lo saben.