jueves, 25 de junio de 2009

BRIEGER-EXCLUSIVA para la Web. Lucha por la vida en Perú

En el día mundial del medio ambiente el gobierno de Alan García se dedicó a plantar miles de árboles en Lima. El mismo día, el 5 de junio, suprimió por la fuerza la protesta que los indígenas de la Amazonia peruana habían comenzado el 9 de abril en contra de los proyectos mineros y forestales de las multinacionales que ponen en riesgo el medio ambiente. Todavía no se sabe cuánta gente murió en la zona de Bagua, aunque las cifras oficiales dicen que murieron 14 policías y 10 indígenas. Cuando el gobierno decidió dar un paso atrás y anular los decretos que habían provocado la revuelta, una ministra advirtió que Perú entraría en incumplimiento del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos porque éste ponía en vigencia leyes que buscaban proteger el medio ambiente. Paradójicamente –o no- el Tratado es el que más le abre las puertas a las multinacionales para sus proyectos de extracción de recursos naturales que destruyen el medio ambiente; sin embargo, todos dicen que quieren protegerlo.

Seguramente Alan García no pensó que los pocos indígenas de la Amazonia se convertirían en la vanguardia de la lucha contra su proyecto de desarrollo que tiene a la inversión extranjera en la explotación de los recursos naturales como su principal sostén. Perú se ha convertido en estos últimos años en uno de países mineros más importantes del mundo aunque hay que decir que este modelo de desarrollo no nació con García y que la minería hace años se ha convertido en eje de la economía peruana. El año pasado la exportación minera superó los 18 mil millones de dólares (más del 50 por ciento del total de las exportaciones) y Perú ya es el primer productor mundial de plata y zinc, el tercero de cobre detrás de Estados Unidos y Chile, cuarto en plomo y quinto en oro. Y para el período 2008-2015 esperan inversiones por 20 mil millones de dólares. El planteo del gobierno es que las inversiones extranjeras traerán un gran desarrollo para el país y que la riqueza se “derramará” hacia toda la población. Pero los pueblos indígenas ya conocen este discurso y temen que lo único que les dejarán es la contaminación para siempre de sus tierras y aguas.