miércoles, 26 de agosto de 2009

Problemas para Lula

Próximamente en Acción



El gobierno del presidente Lula da Silva suele ser elogiado por su fuerte presencia internacional y el manejo que hace de la economía de su país. Es indudable que Lula ha logrado situar al Brasil en un lugar central y que gran parte de sus políticas son elogiadas también por muchos que están en las antípodas del pensamiento del obrero devenido presidente. Sin embargo, Lula está haciendo grandes equilibrios para gobernar porque sus aliados en el Congreso están inmersos en numerosos escándalos. Esto ha afectado al Partido de los Trabajadores (PT), su propio partido, pensando en las elecciones presidenciales del año que viene, ya que su candidata, Dilma Roussef, está muy lejos de tener asegurado el triunfo.

El ex presidente José Sarney, hoy aliado indispensable de Lula en el Congreso, preside el Senado pero está envuelto en una cadena de casos de corrupción que ha provocado una profunda crisis institucional dividiendo incluso al PT. Unos piden la cabeza de Sarney mientras otros son conscientes de que lo necesitan para seguir gobernando. Sarney no es cualquier político en el Brasil, representa la vieja oligarquía de los partidos políticos que se acomodaron con la dictadura y con cada gobierno de turno. Pero Lula precisa de él para gobernar, lo que agudiza las contradicciones en un partido muy debilitado, a pesar de la imagen positiva de Lula, pero cada vez más despegada del PT. Por esta razón el lanzamiento de “Dilma” necesita de una fabulosa campaña de difusión para instalar a una mujer con poco carisma y a quien muchos ni siquiera conocen. Como si esto fuera poco la senadora Marina Silva, ex ministra de medio ambiente, abandonó el PT para sumarse al Partido Verde que la quiere lanzar como candidata a la presidencia el año que viene.

En caso de que esto se concrete y Heloísa Helena del Partido Socialismo y Libertad mantenga su candidatura, Brasil tendrá tres candidatas mujeres provenientes del mismo partido que se disputarán la primera magistratura. Toda una novedad, pero también un signo de debilidad del Partido de los Trabajadores.