martes, 3 de febrero de 2009

Brieger- La guerra no es por Gaza- Proximamente en Actitud*

Desde el comienzo de los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza y su posterior invasión se han brindado numerosas explicaciones para comprender porqué el Estado de Israel lanzó una ofensiva militar a fines de diciembre. Probablemente existan múltiples motivos. Por un lado, se puede señalar los aspectos que hacen a la geopolítica internacional que van desde el fin de la “era Bush” y su lucha contra “el terror” que encontró en los últimos gobiernos israelíes a su principal aliado, hasta la inminente llegada de Barack Obama a la presidencia y la pregunta de lo que hará al frente de la primera potencia mundial. Por el otro, las elecciones de febrero en el Estado de Israel con el ministro de defensa Ehud Barak y la canciller Tzipi Livni formando parte de un mismo gobierno pero compitiendo entre ellos por el cargo de primer ministro, y la necesidad de desarticular al Movimiento de Resistencia Islámico (HAMAS) que en los últimos años no dejó de lanzar cohetes sobre territorio israelí. Sin embargo, la actual guerra -presentada como “el Estado de Israel vs HAMAS”- es un eslabón más del enfrentamiento entre el Estado de Israel y el pueblo palestino en su conjunto. Esta no es una guerra entre un Estado y una organización “terrorista” sin apoyo popular que se ha atrincherado en la diminuta Franja de Gaza con el objetivo de destruir al Estado de Israel. Conociendo la disparidad de fuerzas hasta suena ridículo plantearlo. La disparidad es tan obvia y abismal que el periodista israelí Gideon Levy definió la invasión como “Guerra de lujo”, por la incapacidad de los palestinos de responder al fuego de aviones, buques de guerra y tanquesDe la misma manera, en el pasado no había una guerra entre Israel y la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), también calificada en su momento como terrorista hasta que se sentaron a negociar con ellos. Los motivos originales del conflicto, esto es, la expulsión de la población palestina de su tierra y el nacimiento del Estado de Israel, son todavía una espina atragantada. Sin embargo, tanto para la OLP como para HAMAS ya hace muchos años que la cuestión central es la continuidad de la ocupación de Cisjordania y Gaza que ya se prolonga por más de cuarenta años. Pero la palabra ocupación no existe en el lenguaje oficial del gobierno israelí, ni en el sentimiento de la mayoría de la población. Para los israelíes esta guerra sería otra prueba del odio eterno de los árabes/palestinos/musulmanes (y de gran parte del mundo) hacia todos los judíos. Trazando una línea de continuidad maniquea el odio de los palestinos sería la prolongación de aquel que culminó en el holocausto nazi. Más aún, en el discurso de los israelíes existe el intento (vano por cierto) de apropiarse del sufrimiento humano como si este fuera patrimonio de los judíos. Víctimas eternas, donde no cabe la posibilidad de haberse convertido en victimarios. De allí que se autoconvencen de estar exentos de todo tipo de responsabilidad por lo que sucede en los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza.Uno escucha los dirigentes israelíes y éstos siempre están asombrados y/o enojados cuando se les hace ver que el odio que sienten los palestinos hacia ellos tiene motivos reales y concretos. Para los israelíes la culpa de todos los males de los palestinos es pura y exclusiva responsabilidad de ellos mismos y de sus “hermanos” árabes. Son culpables de haber rechazado la partición de Palestina en 1947 y la creación del Estado de Israel en 1948. Son culpables de todo lo que pasa en Cisjordania y la Franja de Gaza por no aceptar vivir bajo ocupación y hasta son culpables de sus propias muertes cuando los aviones israelíes los bombardean. Y en otra construcción maniquea los palestinos serían siempre culpables y los israelíes siempre inocentes. Claro que una mirada menos apasionada podría preguntar desde el sentido común ¿y porqué debían haber aceptado la partición de su territorio cuando ni siquiera fueron consultados? ¿Por qué deberían resignarse a la expulsión de su tierra y abandonar el reclamo de retornar a ella si vivieron allí por siglos? ¿Por qué deberían aceptar una ocupación que se prolonga por más de cuarenta años? Lo que sucede en la Franja de Gaza hoy es parte de esta historia. Los israelíes siempre les recriminaron a los palestinos que se rebelaran en contra de la ocupación, sea de manera pacífica o de manera violenta; poco importaba la forma. La Intifada de 1987-1988 fue un levantamiento popular contra una ocupación que ya llevaba veinte años y fue conocida como “la guerra de las piedras” porque los jóvenes lanzaban piedras contra los tanques israelíes. Y aquella revuelta, y aquellos jóvenes, también recibieron el calificativo de “terrorista”. En otras palabras, para los israelíes siempre fue y es un terrorista quien se opone a la ocupación. Desde aquel que escribía un artículo en un diario contra el estado de sitio o el cierre de una universidad, o el que implora hoy para que no les arranquen sus árboles de olivo, hasta el que le dispara a un soldado. Son todos “terroristas” aunque la resolución 3070 de la Asamblea general de Naciones Unidas de noviembre de 1973 reconoce “la legitimidad de la lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y de la subyugación foránea por todos los medios posibles, incluida la lucha armada.”La historia del siglo XIX y XX (aunque se podría ir mucho más atrás) enseña que toda ocupación extranjera trae resistencia y que ésta provoca mayor represión, lo que hace aún más violenta la resistencia. Este es un círculo infernal que sólo se puede comenzar a cerrar con el fin de la ocupación. Con todas sus particularidades y diferencias, la ocupación de Cisjordania y Gaza desde 1967 es una ocupación que reviste las características de una ocupación colonial. Miles fueron secuestrados, detenidos y asesinados por las Fuerzas Armadas israelíes en los veinte años anteriores al nacimiento de HAMAS y continúa aún hoy. Por esta razón el Movimiento de Resistencia Islámico representa un eslabón más en la historia de un pueblo expulsado y ocupado. Primero fue la Organización para la Liberación de Palestina, que surgió en un contexto de movimientos de liberación nacional, laicos y socialistas en Africa y Asia y fue durante muchos años el paraguas que contenía en su seno a todos los movimientos de la llamada “resistencia palestina”. Amén de las diferencias ideológicas la OLP y HAMAS tienen puntos fundacionales en común porque ambos surgieron levantando las banderas de la liberación de Palestina, entre cuyos objetivos se encontraba el retorno de los palestinos expulsados de su tierra en 1948 al nacer el Estado de Israel. Y el factor central para su desarrollo fue la imposibilidad de la OLP de liberar Palestina, de acabar con la ocupación y de pasar de la resistencia armada a la vía diplomática. Más aún, los acuerdos de Oslo firmados entre la OLP e Israel en 1993 permiten comprender mejor que nada la puja entre la OLP y HAMAS y el posterior triunfo electoral de este último en las elecciones de 2006. La OLP convenció a la mayoría de los palestinos de que los acuerdos permitirían la creación de un Estado independiente en Cisjordania y Gaza con Jerusalén este como capital, resignando el sueño de la liberación de toda Palestina. HAMAS se opuso. A medida que los acuerdos de paz avanzaban decrecía el apoyo a HAMAS como quedó demostrado con la participación masiva en las elecciones en 2004 a la Autoridad Nacional Palestina que HAMAS boicoteó. A su vez, a medida que la posibilidad de construir el Estado se alejaba e Israel continuaba con su política de expropiación de tierras para construir más asentamientos el apoyo a HAMAS y su lucha armada –incluyendo los atentados suicidas- se incrementaba. Todo lo que hicieron los diferentes gobiernos israelíes desde la firma de los acuerdos de Oslo para impedir la creación de un Estado palestino minó la dirigencia de la OLP y abonó directamente el crecimiento de HAMAS. La retirada israelí de Gaza en 2005 impulsada por el entonces primer ministro Ariel Sharon fue parte de esa estrategia. Contrariamente a la versión repetida hasta el cansancio por los israelíes que la retirada le daba a los palestinos la posibilidad de comenzar a construir un Estado (vale la pena recordar que la Franja de Gaza tiene unos 60 km de largo por unos 15 de ancho) su objetivo central era torpedear el proceso de paz iniciado en Oslo, al que en su momento Sharon se opuso. Dov Weisglass, uno de sus asesores en una entrevista concedida al diario Haaretz dijo que se buscaba “congelar el proceso de paz (…) y cuando se congela el proceso se previene el establecimiento de un Estado palestino, se previene una discusión sobre los refugiados (palestinos), las fronteras y Jerusalén.” Para que no quedara ningún tipo de dudas agregó “la retirada pone la cantidad necesaria de formol para que no haya proceso político con los palestinos”. En síntesis, como decía el periodista que lo entrevistó, el gran logro del plan de Gaza fue el de congelar el proceso de paz; esto es, evitar la creación de un Estado palestino.
La evolución de HAMAS
La plataforma original de HAMAS publicada en agosto de 1988 llamaba a liberar toda Palestina y –por ende- a destruir el Estado de Israel. En esto HAMAS no difiere de los comienzos de la OLP cuando se planteaba objetivos muy similares aunque desde perspectiva laica. No obstante, de la misma manera que la OLP se fue transformando y abandonó la consigna de destruir la “entidad sionista” para plantear la construcción de un Estado independiente en Cisjordania y Gaza, HAMAS también fue cambiando. Y si en su plataforma original había un tono antisionista y antijudío, en 2001 Ahmed Yassin, su principal líder hasta su asesinato por Israel, dijo en una entrevista “no luchamos contra pueblos de otras religiones o los judíos por el hecho de ser judíos. Luchamos contra los que ocuparon nuestras tierras, tomaron nuestras propiedades, convirtieron en refugiados a nuestras familias y masacraron nuestros niños y mujeres” Ziad Abu Amr, profesor palestino de la Universidad de Bir Zeit en Cisjordania es autor del primer libro exhaustivo sobre HAMAS ("Islamic Fundamentalism in the West Bank and Gaza”, 1994). En un encuentro en 1995 nos decía que los movimientos islámicos como HAMAS lograron capitalizar la derrota de las ideologías seculares como las nacionalistas y panárabes, el socialismo árabe y el marxismo. Los programas políticos, económicos y sociales de estos sectores habían fracasado al no resolver los pro­blemas económicos y sociales de sus sociedades, el desempleo, la inflación, el analfabetismo, la movilidad social y la participa­ción popular. Ya en 1995 Abu Amr decía que HAMAS intentaba llegar a un compromiso con Israel porque eran continuadores del egipcio Hassan el Banna fundador de los Hermanos Musulmanes en Egipto. “Es el ala de un movimiento reformista –explicaba- epistemológicamente y doc­trinariamente es la continuidad de un movimiento reformista. No es un movimiento que rechaza esta sociedad o que piensa que hay que destruirla. Hassan el Banna fue al­guien que trató con los gobiernos seculares, llegó a acuerdos, forjó alianzas, negociaciones, incluso participó de procesos electorales. HAMAS funciona así, con objetivos inmediatos, intermedios y finales. Si pensaran que pueden sacar una buena tajada nego­ciando con Israel, también lo harían. Sabe que plan­tando cientos de ataques suicidas en el corazón de Tel Aviv no va a hacer desaparecer a Israel. Ellos son concientes de eso. La idea no es liberar Palestina e implantar un Estado islámico, sino presionar con sus objetivos mediatos e inmediatos que responden a un clamor legítimo respecto de lo que pasa en Jericó y Gaza y el resto de Palestina. Estas tácticas sirven para debilitar la auto­ridad de Arafat y presionar a Israel para que tenga que conversar y negociar con HAMAS, no en los términos humillantes -como ellos dicen- que lo está haciendo Arafat.” (La versión completa de la entrevista la publicamos en “¿Guerra Santa o Lucha Política?” Ed Biblos 1996) Abdel Aziz Rantisi tomó el liderazgo de HAMAS después de Yassin y al mes también fue asesinado por Israel. En 2003 decía que “lo que se necesita es el retiro de toda Gaza y Cisjordania y la posibilidad de establecer un Estado independiente”. Esto es, la propia realidad le fue imponiendo los cambios a HAMAS. Así también se presentó en las elecciones a la Autoridad Nacional Palestina en 2006 lo que implicó un tácito reconocimiento del marco general de los acuerdos de Oslo, los mismos que antes había rechazado.El autor de varios libros y trabajos académicos sobre HAMAS, Khaled Hroub, realizó un exhaustivo análisis de las transformaciones del movimiento en los últimos años a través de una minuciosa lectura de sus documentos. Hroub destaca la plataforma electoral en 2006 y su plan de gobierno una vez logrado el triunfo, al que califica como el hecho más trascendental de su historia. En las conclusiones de su trabajo titulado “El nuevo HAMAS a través de sus documentos” sostiene que este movimiento es mucho más pragmático y menos radical que en 1988, producto, entre otras cosas, de la necesidad de dar respuestas concretas a la vida cotidiana de su pueblo no ya como movimiento de oposición sino como gobierno. Pero también señalaba que para que este curso se mantuviera mucho dependería del tiempo y de su consolidación en el poder, algo que no ha sucedido.Los palestinos hoy están en uno de los momentos más difíciles de su historia. Cisjordania continúa ocupada y perdiendo día a día tierras a expensas de los asentamientos que se expanden. Basta con visitar la ciudad de Belén con un intervalo de meses para ver cómo la rodean más y más calles y barrios construidos sólo para judíos. La Autoridad Nacional Palestina es una entelequia que no gobierna nada y que parece no tener otra estrategia que tocar a las puertas de Washington con la esperanza que desde allí presionen a Israel para que éste se retire de los territorios ocupados en 1967, cuando sucede todo lo contrario. Cisjordania continúa incomunicada con Gaza que –además- ha sido reducida a escombros y nadie sabe cuánto llevará hasta que se recupere del golpe recibido ni qué lugar ocupará HAMAS. Un panorama a todas luces incierto. Parafraseando aquella frase que popularizó Bill Clinton uno podría decir “No es HAMAS, es la ocupación….”