Para cualquiera que no sea un experto en energía atómica es muy difícil opinar sobre el nivel de desarrollo nuclear de cualquier país o de su capacidad para utilizar dicha energía con fines militares. Los planes suelen ser secretos y lo poco que se sabe son rumores y trascendidos que difunden supuestos expertos a los medios de comunicación, muchas veces con objetivos políticos no declarados. Es lo que sucedió con Irak en la década del noventa y ahora se repite con la República Islámica de Irán. Lo de Irak es historia conocida. Con la excusa de que el régimen de Saddam Hussein estaba desarrollando “armas de destrucción masiva” se creó un consenso internacional para apoyar la invasión a Irak. Cómo olvidar la exposición de Colin Powell en Naciones Unidas mostrando un pequeño tubito como ejemplo de lo que tenía Saddam Hussein para destruir el planeta. Cualquier persona honesta que seguía con atención la prensa norteamericana tenía motivos para desconfiar y pensar que se estaba urdiendo una trama cuyo objetivo era derrocar a Saddam Hussein. No hubo que esperar mucho tiempo para que se supiera que se había inventado una fabulosa mentira con la complicidad de algunos de los medios de comunicación más prestigiosos del planeta, y en primer lugar el New York Times, que un año después (26.05.04)) tuvo que disculparse.
¿Cómo no sospechar que se esté urdiendo una trama similar respecto de Irán? Hace poco tiempo Mohamed Baradei, ex presidente de la Comisión Internacional de Energía Atómica y premio nobel de la paz en 2005 dijo que no había pruebas de que Irán estuviera desarrollando tecnología nuclear con fines bélicos y que no era lo mismo buscarla que tenerla.
La demonización de Irán es un hecho, pero tampoco es nueva. En realidad, comenzó el día después de que cayera Reza Pahlevi en 1979, uno de los principales aliados de los Estados Unidos en Asia y con influencia en todo el Medio Oriente. Además, no hay que olvidar que Irán es uno de los países que poseen las mayores reservas petroleras.
No es ningún secreto que los tambores de guerra suenan en Estados Unidos, Israel y el Reino Unido. A los cuatro vientos dicen que hay que impedir el desarrollo nuclear de Irán como si este país fuera una amenaza para la humanidad, lo mismo que se decía respecto de Saddam Hussein. Es muy llamativo que quienes levantan el dedo acusador sean justamente quienes han comenzado varias guerras, invadieron países que todavía ocupan o violan sistemáticamente resoluciones de Naciones Unidas. ¿E Irán? Se pueden decir muchas cosas del régimen iraní, pero no invadió ningún país, no comenzó ninguna guerra y no tiene bases militares o tropas por doquier. Pero desafía a la primera potencia mundial. Y eso no se perdona.
domingo, 20 de noviembre de 2011
miércoles, 2 de noviembre de 2011
El mundo de los medios y Cristina
Las elecciones en un país suelen brindar una buena oportunidad para ver cómo los medios de comunicación analizan un proceso electoral y sus resultados. Siempre hay que partir del presupuesto que la objetividad no existe y que muchos diarios o canales de televisión informan desde un lugar determinado que no suele ser neutral, sea por cuestiones ideológicas o intereses económicos. De hecho, el triunfo electoral de la presidenta Cristina Fernández tuvo distintas lecturas según el medio que transmitiera la información, en la Argentina y en el mundo. A nivel internacional se puede observar que hubo tres formas de informar sobre el resultado del domingo 23 de octubre. En algunos países, especialmente los más alejados y con menor interés objetivo por los cambios en la Argentina, hubo una tendencia a informar en base a los cables de las agencias internacionales y sin grandes interpretaciones o elucubraciones. Es así que el diario Japan Today de Tokio simplemente informa que Cristina Fernández será “la primera mujer reelecta presidenta en América Latina”, o que Pueblo en Línea de Pekín en un tono neutro resalta que la presidenta Fernández “agradece a líderes regionales”.
Por el otro lado, uno podía encontrar medios, especialmente en América Latina, que claramente celebraron el triunfo electoral. Tal fue el caso del diario La República de Uruguay con su tapa el lunes 24 que decía “Cristinazo”, o el diario El Telégrafo de Ecuador que tituló “Cristina Fernández gana la presidencia argentina con una votación histórica” y resaltó que es la primera mujer en reelegirse en la presidencia de un país.
En una tercera categoría para el análisis se pueden situar los medios críticos hacia la gestión del gobierno argentino que subrayaron las cuestiones negativas por sobre las positivas. Este fue el caso de varios diarios españoles. Un editorial del diario El País de Madrid se preguntaba “¿Cristina para siempre?” y El Mundo titulaba su nota principal del día después “El Gobierno argentino, Parlamento y sindicatos, en manos de Cristina”. Como suele suceder, cuando uno tiene una postura adversa respecto de un gobierno intenta minimizar el triunfo, lo que se percibe al leer el artículo principal de El Mundo. Allí Ramy Wurgfat escribía: “Que Cristina Fernández de Kirchner haya obtenido la reelección con el 53,8% del sufragio; que sea la candidata más votada desde el retorno de la democracia; que haya establecido una diferencia abismal con su adversario más cercano… Todos esos superlativos sirven para llenar la portada de los periódicos pero sólo constituyen una parte del relato y quizá no la más importante”. Al leer la nota cuesta entender qué es lo más importante para el autor de la crónica, pero la respuesta llega al final. El cierre, que deber ser contundente, es una cita de Mariano Grondona presentado simplemente como “columnista del diario ‘La Nación’”, aunque tal vez los lectores españoles no lo conozcan demasiado. “Todo parece igual –asegura Grondona- pero ya nada es igual desde que Argentina pasó de ser una democracia endeble a una sólida monarquía absoluta; sin contrapesos ni controles de ningún orden”.
Cualquier análisis de un proceso electoral presenta matices y visiones diferentes. Pero es interesante como una semana después de las elecciones en El País se critica al gobierno por la ya famosa ley de medios y se desliza que “entre otras cosas, afecta a los intereses de PRISA (editora de El País)”. Transparente el diario, hay que reconocerlo. Muy transparente.
Por el otro lado, uno podía encontrar medios, especialmente en América Latina, que claramente celebraron el triunfo electoral. Tal fue el caso del diario La República de Uruguay con su tapa el lunes 24 que decía “Cristinazo”, o el diario El Telégrafo de Ecuador que tituló “Cristina Fernández gana la presidencia argentina con una votación histórica” y resaltó que es la primera mujer en reelegirse en la presidencia de un país.
En una tercera categoría para el análisis se pueden situar los medios críticos hacia la gestión del gobierno argentino que subrayaron las cuestiones negativas por sobre las positivas. Este fue el caso de varios diarios españoles. Un editorial del diario El País de Madrid se preguntaba “¿Cristina para siempre?” y El Mundo titulaba su nota principal del día después “El Gobierno argentino, Parlamento y sindicatos, en manos de Cristina”. Como suele suceder, cuando uno tiene una postura adversa respecto de un gobierno intenta minimizar el triunfo, lo que se percibe al leer el artículo principal de El Mundo. Allí Ramy Wurgfat escribía: “Que Cristina Fernández de Kirchner haya obtenido la reelección con el 53,8% del sufragio; que sea la candidata más votada desde el retorno de la democracia; que haya establecido una diferencia abismal con su adversario más cercano… Todos esos superlativos sirven para llenar la portada de los periódicos pero sólo constituyen una parte del relato y quizá no la más importante”. Al leer la nota cuesta entender qué es lo más importante para el autor de la crónica, pero la respuesta llega al final. El cierre, que deber ser contundente, es una cita de Mariano Grondona presentado simplemente como “columnista del diario ‘La Nación’”, aunque tal vez los lectores españoles no lo conozcan demasiado. “Todo parece igual –asegura Grondona- pero ya nada es igual desde que Argentina pasó de ser una democracia endeble a una sólida monarquía absoluta; sin contrapesos ni controles de ningún orden”.
Cualquier análisis de un proceso electoral presenta matices y visiones diferentes. Pero es interesante como una semana después de las elecciones en El País se critica al gobierno por la ya famosa ley de medios y se desliza que “entre otras cosas, afecta a los intereses de PRISA (editora de El País)”. Transparente el diario, hay que reconocerlo. Muy transparente.
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