Hace varias semanas que los republicanos realizan debates públicos para comenzar a definir quién será su candidato en las elecciones presidenciales del próximo año. Sarah Palin, la compañera de fórmula de John McCain en 2008, que aparecía como candidata natural del partido, decidió dar un paso al costado y comenzó la carrera para ver quién competirá con Barack Obama en 2012.
Los republicanos tienen características muy particulares y a veces difíciles de comprender para quien no vive en Estados Unidos. En medio de una profunda crisis económica ellos se enfrascan en un debate público para determinar si uno de sus candidatos, Mitt Romney, es un buen cristiano porque pertenece a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida como la iglesia mormona. La polémica tiene ribetes pasionales para un partido que considera que Estados Unidos nació por voluntad divina. La cuestión no es menor para los votantes de un partido muy pendiente de las cuestiones de fe, y numerosos evangelistas ya han dicho que nunca votarían por un mormón porque no los consideran cristianos.
Pero hay dos hechos que alteraron los tradicionales debates. Por un lado la aparición de Herman Cain como precandidato, y por el otro el movimiento “Occupy Wall Street”.
Cain es dueño de una cadena de pizzerías sin experiencia de gestión estatal y que –además- es negro, algo poco común entre los republicanos. El se presenta como el típico ejemplo del “self made man”, un pilar del “sueño americano”, por el cual se considera que en base al esfuerzo se puede lograr absolutamente todo lo que uno se propone. Cain afirma que sus padres lograron progresar en el sur racista “gracias a que mantuvieron la fe en dios, en si mismos y en el país más grandioso de la tierra”. Su discurso casi apolítico relega a un segundo plano la lucha de los movimientos por los derechos civiles de los años sesenta asociados al partido demócrata y combatidos por el partido republicano en cuyo seno militaban miles de miembros del racista Ku Klux Klan que cazaba negros, en el sentido literal del término. Si bien es cierto que el partido republicano evolucionó en su discurso y sus principales dirigentes se cuidan de no chocar con aquello que es “políticamente correcto”, la aparición de la corriente del “Tea Party” y su retórica ultraconservadora movió más a la derecha el amperímetro del partido.
Paradójicamente es Herman Cain quien sale a defender al “Tea Party” negando que sea racista y asegura que es el único que puede arrebatarle gran parte del voto negro a Obama. El diario USA Today lo pone en duda porque la última vez que un candidato republicano negro logró vencer en una elección presidencial en un distrito afroamericano fue en 1932.
Muchos medios de comunicación han comparado a “Occupy Wall Street” (OWS) con el “Tea Party”, dos movimientos aparentemente surgidos para presionar a los dos partidos más importantes. Es más, muchos republicanos están convencidos de que OWS incluso está financiado por los demócratas para distraer a la opinión pública de los errores de gestión de Obama y para evitar un triunfo republicano en 2012. Sin embargo, el gran problema de los republicanos es que hasta ahora ninguno de sus precandidatos parece capaz de vencer a Obama, a pesar de la profunda crisis económica. Y su gran temor es que este “socialista” y “destructor de los valores norteamericanos” sea reelecto en noviembre del año que viene.
domingo, 23 de octubre de 2011
lunes, 17 de octubre de 2011
Los méritos de “Occupy Wall Street”
Los dos diarios más sensacionalistas de Nueva York descalificaron al unísono la marcha del sábado 15 de octubre organizada por el movimiento “Occupy Wall Street”. Como la movilización finalizó en la céntrica “Times Square” y hubo algunos mínimos incidentes con la policía, jugaron con la palabra “times” (tiempos) para titular “El peor de los tiempos” (New York Post) y “Tiempos salvajes” (Daily News). Así continuaron con su campaña de presentar como violento a “Occupy Wall Street”.
La protesta comenzó a las once de la mañana en el sector financiero de la ciudad. A pesar de no contar con la autorización para marchar por las calles ya se ha establecido un acuerdo tácito de que “Occupy Wall Street” puede hacerlo, y miles de personas dieron vueltas por la zona de los bancos con consignas, justamente, contra los bancos. La policía estaba desbordada porque los manifestantes aparecían en cada esquina y lo único que podían hacer era controlar que fueran por las veredas para no cortar el tránsito. Después de recorrer la zona bancaria la marcha atravesó gran parte de la isla de Manhattan y terminó congregando miles de personas en Times Square, un ícono de la ciudad, donde están los grandes teatros de la calle Broadway y los neoyorquinos se congregan en masa el 31 de diciembre para festejar el año nuevo.
La demonización de los medios no ha dado resultado. Una joven levanta un cartel hecho a mano que dice “al principio yo también tenia miedo de esto. Pero ahora sé que el cambio es la única opción”. Y la lucha pacífica está dando resultado. El viernes 14 los ocupantes de la plaza Zuccotti evitaron ser expulsados del parque que ya ocupan un mes con escobas, cepillos y baldes en sus manos. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, había amenazado con desalojarlos el viernes de madrugada alegando problemas de limpieza e higiene. Miles de manos se juntaron para limpiar la plaza el jueves y muchos llegaron durante la noche a pesar de la copiosa lluvia para resistir pacíficamente el desalojo que, al final, no se produjo. En lo político han logrado instalar el debate que los bancos y los más ricos del país paguen más impuestos. En una sociedad tan afecta a las encuestas un sondeo reveló que el 72 por ciento de los neoyorquinos está de acuerdo en incrementar los impuestos de aquellos que ganan más de un millón de dólares por año. Y cada vez suena menos descabellada una reforma tributaria en un país donde las cuatrocientas personas más ricas poseen más capital que ciento cincuenta millones de norteamericanos juntos. En plena campaña preelectoral cambiar los ejes de debate es, sin dudas, uno de los grandes méritos de “Occupy Wall Street”.
La protesta comenzó a las once de la mañana en el sector financiero de la ciudad. A pesar de no contar con la autorización para marchar por las calles ya se ha establecido un acuerdo tácito de que “Occupy Wall Street” puede hacerlo, y miles de personas dieron vueltas por la zona de los bancos con consignas, justamente, contra los bancos. La policía estaba desbordada porque los manifestantes aparecían en cada esquina y lo único que podían hacer era controlar que fueran por las veredas para no cortar el tránsito. Después de recorrer la zona bancaria la marcha atravesó gran parte de la isla de Manhattan y terminó congregando miles de personas en Times Square, un ícono de la ciudad, donde están los grandes teatros de la calle Broadway y los neoyorquinos se congregan en masa el 31 de diciembre para festejar el año nuevo.
La demonización de los medios no ha dado resultado. Una joven levanta un cartel hecho a mano que dice “al principio yo también tenia miedo de esto. Pero ahora sé que el cambio es la única opción”. Y la lucha pacífica está dando resultado. El viernes 14 los ocupantes de la plaza Zuccotti evitaron ser expulsados del parque que ya ocupan un mes con escobas, cepillos y baldes en sus manos. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, había amenazado con desalojarlos el viernes de madrugada alegando problemas de limpieza e higiene. Miles de manos se juntaron para limpiar la plaza el jueves y muchos llegaron durante la noche a pesar de la copiosa lluvia para resistir pacíficamente el desalojo que, al final, no se produjo. En lo político han logrado instalar el debate que los bancos y los más ricos del país paguen más impuestos. En una sociedad tan afecta a las encuestas un sondeo reveló que el 72 por ciento de los neoyorquinos está de acuerdo en incrementar los impuestos de aquellos que ganan más de un millón de dólares por año. Y cada vez suena menos descabellada una reforma tributaria en un país donde las cuatrocientas personas más ricas poseen más capital que ciento cincuenta millones de norteamericanos juntos. En plena campaña preelectoral cambiar los ejes de debate es, sin dudas, uno de los grandes méritos de “Occupy Wall Street”.
miércoles, 12 de octubre de 2011
La protesta se expande en Estados Unidos
12 de octubre de 2011 (desde Nueva York)
Hasta hace pocos días el poder político y los grandes medios de la primera potencia
mundial intentaron ignorar este movimiento llamado “Occupy Wall Street” (Ocupemos Wall Street) porque carece de líderes o consignas claras. Desde el gobierno no pueden hacerlo más porque se está expandiendo por todo el país. Por eso, el presidente Barack Obama tuvo que reconocer que “refleja la frustración que siente el pueblo americano”, y el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, dejó de lado su tono agresivo. Días atrás se refería de manera despectiva hacia los manifestantes y decía que querían destruir las fuentes de trabajo de los que trabajan en el sector financiero, y que no habría dinero para pagarles a los empleados municipales. Ahora dice que los ocupantes del Zuccotti Park se pueden quedar el tiempo que lo deseen.
Los que encabezan la ofensiva política contra “Occupy Wall Street” son algunos de los medios de comunicación más conservadores o alineados abiertamente con la derecha republicana. El canal Fox insiste en que las condiciones de higiene en la plaza tomada hace casi cuatro semanas serían críticas, insinuando que habría que desalojarla. El diario New York Post los desprecia en sus crónicas y el gratuito Metro dos días seguidos les dedicó la tapa para mostrar todos los inconvenientes que estarían sufriendo los neoyorquinos por la ocupación de la plaza y el supuesto consumo de drogas y alcohol en el lugar. Si uno se guiara sólo por estos medios podría llegar a la conclusión que la mayoría rechaza y repudia la protesta. Pero al igual que en Santiago de Chile, Buenos Aires o Madrid algunos medios sufren el repudio abierto de los manifestantes. Fox lo siente en carne propia. “La cadena Fox miente” le gritan a un conocido reportero que llega a la plaza para realizar una crónica.
Están preocupados porque el movimiento crece. En decenas de ciudades de este extenso país se están organizando de múltiples formas y en algunas se repite el patrón de ocupar una plaza – como en la capital Washington- y desarrollar un sinnúmero de actividades de forma horizontal y asamblearia. Aunque es difícil de comprobar algunos aseguran que este movimiento está en más de mil doscientas ciudades y que la jornada global del 15 de octubre lo hará aún más abarcativo.
En Nueva York la plaza ya les queda pequeña y el domingo pasado organizaron una asamblea masiva en el Washington Square, un parque emblemático para la política de este país. En este mismo parque hace cuatro años el senador Barack Obama fue ovacionado por más de veinte mil personas que lo imaginaban el presidente del cambio. Hoy, muchos que lo votaron, le están diciendo que él ya no es el sujeto del cambio.
Hasta hace pocos días el poder político y los grandes medios de la primera potencia
mundial intentaron ignorar este movimiento llamado “Occupy Wall Street” (Ocupemos Wall Street) porque carece de líderes o consignas claras. Desde el gobierno no pueden hacerlo más porque se está expandiendo por todo el país. Por eso, el presidente Barack Obama tuvo que reconocer que “refleja la frustración que siente el pueblo americano”, y el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, dejó de lado su tono agresivo. Días atrás se refería de manera despectiva hacia los manifestantes y decía que querían destruir las fuentes de trabajo de los que trabajan en el sector financiero, y que no habría dinero para pagarles a los empleados municipales. Ahora dice que los ocupantes del Zuccotti Park se pueden quedar el tiempo que lo deseen.
Los que encabezan la ofensiva política contra “Occupy Wall Street” son algunos de los medios de comunicación más conservadores o alineados abiertamente con la derecha republicana. El canal Fox insiste en que las condiciones de higiene en la plaza tomada hace casi cuatro semanas serían críticas, insinuando que habría que desalojarla. El diario New York Post los desprecia en sus crónicas y el gratuito Metro dos días seguidos les dedicó la tapa para mostrar todos los inconvenientes que estarían sufriendo los neoyorquinos por la ocupación de la plaza y el supuesto consumo de drogas y alcohol en el lugar. Si uno se guiara sólo por estos medios podría llegar a la conclusión que la mayoría rechaza y repudia la protesta. Pero al igual que en Santiago de Chile, Buenos Aires o Madrid algunos medios sufren el repudio abierto de los manifestantes. Fox lo siente en carne propia. “La cadena Fox miente” le gritan a un conocido reportero que llega a la plaza para realizar una crónica.
Están preocupados porque el movimiento crece. En decenas de ciudades de este extenso país se están organizando de múltiples formas y en algunas se repite el patrón de ocupar una plaza – como en la capital Washington- y desarrollar un sinnúmero de actividades de forma horizontal y asamblearia. Aunque es difícil de comprobar algunos aseguran que este movimiento está en más de mil doscientas ciudades y que la jornada global del 15 de octubre lo hará aún más abarcativo.
En Nueva York la plaza ya les queda pequeña y el domingo pasado organizaron una asamblea masiva en el Washington Square, un parque emblemático para la política de este país. En este mismo parque hace cuatro años el senador Barack Obama fue ovacionado por más de veinte mil personas que lo imaginaban el presidente del cambio. Hoy, muchos que lo votaron, le están diciendo que él ya no es el sujeto del cambio.
Dos caras de Nueva York
06 de octubre de 2011 (desde Nueva York)
Ha muerto Steve Jobs, el genio de Apple, y muchos en Nueva York lo lloran. Jobs era un ejemplo y modelo del sueño americano, un “self made man” que comenzó a trabajar con un amigo en un garaje y terminó construyendo uno de los grandes emporios de la tecnología del siglo XXI. En Estados Unidos, siempre tan afectos a lo superlativo, algunos, como el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, lo compararon con Einstein y Thomas Alva Edison. No hay noticiero que no se refiera a Jobs en sus titulares.
Frente al gran negocio vidriado de Apple a pocas cuadras del exquisito Central Park la gente se acercó para despedir a alguien que los marcó para siempre. Algunos pintaron en la pared “te queremos Steve” y prendieron velas, otros simplemente dejaron flores o una manzana como ofrenda (apple en inglés es manzana).
Pero el sueño americano tiene otra cara que no parece alcanzar a todos. En la parte baja de la ciudad también hay manzanas. Pero las reparten para que la gente las coma. Aunque muchos de los que están acampando en el parque Zuccoti tengan algunos de los productos desarrollados por Jobs, aquí la palabra “jobs” se usa en más en su acepción original (jobs = trabajos), y las velas que se prenden son para iluminar los carteles hechos a mano que reflejan la importante movilización que, el miércoles 5 de octubre, recorrió hasta el anochecer las calles del sur de la ciudad.
Aquí no hay llantos, más bien entusiasmo, aunque la policía es muy estricta y no permite que los manifestantes continúen hacia la calle Wall Street como quieren algunos, o que se queden parados en la plaza seca que está cruzando la calle y pertenece a un edificio privado. Y la policía no duda en arrestar a unos cuantos que desean continuar con la protesta. Si quieren mantener vivos sus reclamos lo tienen que hacer en el parque Zuccoti, que parece un “territorio liberado” en esta ciudad, aunque con restricciones. Aprovechando que hay mucha gente alguien comienza a utilizar un megáfono aunque -vale la pena recordarlo- está prohibido. Como no quieren problemas con las autoridades al rato desaparece y retoman el método artesanal para hablar; uno pide la palabra, habla, y todos alrededor repiten lo que dijo para que escuchen los que están más lejos. Tedioso, pero funciona.
Mientras los grandes medios lloran la desaparición del genio de la tecnología, en la plaza no pueden ni siquiera usar un pequeño micrófono. Ironías de la historia. La tapa del New York Times del jueves 6 refleja las dos caras de la “gran manzana”, como se la conoce a esta ciudad. Por lado, una foto de la manifestación del miércoles que congregó a miles de personas para exigir una profunda reforma impositiva que toque a los más ricos y beneficie a las grandes mayorías. Por el otro, una foto de Steve Jobs, ejemplo del sueño americano al que sólo acceden unos pocos.
Ha muerto Steve Jobs, el genio de Apple, y muchos en Nueva York lo lloran. Jobs era un ejemplo y modelo del sueño americano, un “self made man” que comenzó a trabajar con un amigo en un garaje y terminó construyendo uno de los grandes emporios de la tecnología del siglo XXI. En Estados Unidos, siempre tan afectos a lo superlativo, algunos, como el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, lo compararon con Einstein y Thomas Alva Edison. No hay noticiero que no se refiera a Jobs en sus titulares.
Frente al gran negocio vidriado de Apple a pocas cuadras del exquisito Central Park la gente se acercó para despedir a alguien que los marcó para siempre. Algunos pintaron en la pared “te queremos Steve” y prendieron velas, otros simplemente dejaron flores o una manzana como ofrenda (apple en inglés es manzana).
Pero el sueño americano tiene otra cara que no parece alcanzar a todos. En la parte baja de la ciudad también hay manzanas. Pero las reparten para que la gente las coma. Aunque muchos de los que están acampando en el parque Zuccoti tengan algunos de los productos desarrollados por Jobs, aquí la palabra “jobs” se usa en más en su acepción original (jobs = trabajos), y las velas que se prenden son para iluminar los carteles hechos a mano que reflejan la importante movilización que, el miércoles 5 de octubre, recorrió hasta el anochecer las calles del sur de la ciudad.
Aquí no hay llantos, más bien entusiasmo, aunque la policía es muy estricta y no permite que los manifestantes continúen hacia la calle Wall Street como quieren algunos, o que se queden parados en la plaza seca que está cruzando la calle y pertenece a un edificio privado. Y la policía no duda en arrestar a unos cuantos que desean continuar con la protesta. Si quieren mantener vivos sus reclamos lo tienen que hacer en el parque Zuccoti, que parece un “territorio liberado” en esta ciudad, aunque con restricciones. Aprovechando que hay mucha gente alguien comienza a utilizar un megáfono aunque -vale la pena recordarlo- está prohibido. Como no quieren problemas con las autoridades al rato desaparece y retoman el método artesanal para hablar; uno pide la palabra, habla, y todos alrededor repiten lo que dijo para que escuchen los que están más lejos. Tedioso, pero funciona.
Mientras los grandes medios lloran la desaparición del genio de la tecnología, en la plaza no pueden ni siquiera usar un pequeño micrófono. Ironías de la historia. La tapa del New York Times del jueves 6 refleja las dos caras de la “gran manzana”, como se la conoce a esta ciudad. Por lado, una foto de la manifestación del miércoles que congregó a miles de personas para exigir una profunda reforma impositiva que toque a los más ricos y beneficie a las grandes mayorías. Por el otro, una foto de Steve Jobs, ejemplo del sueño americano al que sólo acceden unos pocos.
Ocupemos Wall Street
05 de octubre de 2011 (desde Nueva York)
Seguramente cuando los egipcios salieron a la calle a comienzos de este año nadie imaginaba que los imitarían en su forma de lucha en el Estado de Israel o en España. Pero ni el más romántico podía haber soñado que en Nueva York también tomarían un parque siguiendo el ejemplo dela Plaza Tajriren El Cairo ola Puertadel Sol en Madrid.
La plaza Zuccotti tiene apenas unos cien metros de largo por cincuenta de ancho con pocos árboles y bancos de mármol. Está rodeada por rascacielos modernos de vidrio y otros más antiguos de concreto que sobrevivieron a la caída de las Torres Gemelas en2001, auna cuadra de allí. En una de las partes angostas está el comienzo de la famosa calle Broadway y un poco más lejos Wall Street, donde cada vez que la bolsa se desploma el mundo tiembla. Sin lugar a dudas este es el corazón del mundo capitalista.
Hoy la plaza está ocupada por cientos de manifestantes que se organizaron en varias asociaciones para cuestionar el salvataje de los bancos y son conocidos como “Occupy Wall Street” (ocupemos Wall Street). Este movimiento ya se está expandiendo hacia varias ciudades importantes de los Estados Unidos y nadie se atreve a vaticinar cuál es su techo o por cuánto tiempo perdurará.
Para quien ha tenido la suerte de conocer las ocupaciones dela Plaza Tajrirola Puertadel Sol este movimiento se les asemeja mucho, amén de todas las diferencias políticas y culturales. Claro que también se asemeja a las asambleas vecinales que se desarrollaron al calor de la revuelta del 19 y 20 de diciembre de 2001. Hay algo que los emparenta a todos más allá de cualquier consigna: la percepción de ser mayoría. Por eso aquí en la plaza Zuccotti la frase más usada es “somos el noventa y nueve por ciento”. Como no podía ser de otra manera, en un país donde tanta gente almuerza en comedores populares de todo tipo, en el centro de la plaza hay una gran cocina al aire libre y manos voluntarias preparan la comida que se distribuye a cualquiera que se sume a la cola.
El espíritu que prima es asambleario. Todo se discute a viva voz y cada uno levanta la consigna que quiere. Aquí se pueden ver carteles a mano que dicen desde “traigan de regreso nuestros trabajos en China”; “los corruptos nos temen, los honestos nos apoyan y los héroes se unen”, hasta “si votar cambiara algo sería ilegal. Unite, somos el
noventa y nueve por ciento”. En un momento se hace un silencio y alguien junta sus manos para gritar una frase que luego es repetida por decenas de personas. Es el método artesanal de altavoz que utilizan. La policía, invocando leyes de la ciudad de Nueva York, les prohíbe usar micrófonos, sistemas de sonido con parlantes o megáfonos. Sin embargo la creatividad popular nunca tiene límites y el método funciona; uno grita y muchos repiten al unísono amplificando el sonido.
Difícil saber cuál será el futuro de este original movimiento. Aprendieron de sus pares egipcios y españoles aunque saben que aquí todo es aún más difícil.
Seguramente cuando los egipcios salieron a la calle a comienzos de este año nadie imaginaba que los imitarían en su forma de lucha en el Estado de Israel o en España. Pero ni el más romántico podía haber soñado que en Nueva York también tomarían un parque siguiendo el ejemplo dela Plaza Tajriren El Cairo ola Puertadel Sol en Madrid.
La plaza Zuccotti tiene apenas unos cien metros de largo por cincuenta de ancho con pocos árboles y bancos de mármol. Está rodeada por rascacielos modernos de vidrio y otros más antiguos de concreto que sobrevivieron a la caída de las Torres Gemelas en2001, auna cuadra de allí. En una de las partes angostas está el comienzo de la famosa calle Broadway y un poco más lejos Wall Street, donde cada vez que la bolsa se desploma el mundo tiembla. Sin lugar a dudas este es el corazón del mundo capitalista.
Hoy la plaza está ocupada por cientos de manifestantes que se organizaron en varias asociaciones para cuestionar el salvataje de los bancos y son conocidos como “Occupy Wall Street” (ocupemos Wall Street). Este movimiento ya se está expandiendo hacia varias ciudades importantes de los Estados Unidos y nadie se atreve a vaticinar cuál es su techo o por cuánto tiempo perdurará.
Para quien ha tenido la suerte de conocer las ocupaciones dela Plaza Tajrirola Puertadel Sol este movimiento se les asemeja mucho, amén de todas las diferencias políticas y culturales. Claro que también se asemeja a las asambleas vecinales que se desarrollaron al calor de la revuelta del 19 y 20 de diciembre de 2001. Hay algo que los emparenta a todos más allá de cualquier consigna: la percepción de ser mayoría. Por eso aquí en la plaza Zuccotti la frase más usada es “somos el noventa y nueve por ciento”. Como no podía ser de otra manera, en un país donde tanta gente almuerza en comedores populares de todo tipo, en el centro de la plaza hay una gran cocina al aire libre y manos voluntarias preparan la comida que se distribuye a cualquiera que se sume a la cola.
El espíritu que prima es asambleario. Todo se discute a viva voz y cada uno levanta la consigna que quiere. Aquí se pueden ver carteles a mano que dicen desde “traigan de regreso nuestros trabajos en China”; “los corruptos nos temen, los honestos nos apoyan y los héroes se unen”, hasta “si votar cambiara algo sería ilegal. Unite, somos el
noventa y nueve por ciento”. En un momento se hace un silencio y alguien junta sus manos para gritar una frase que luego es repetida por decenas de personas. Es el método artesanal de altavoz que utilizan. La policía, invocando leyes de la ciudad de Nueva York, les prohíbe usar micrófonos, sistemas de sonido con parlantes o megáfonos. Sin embargo la creatividad popular nunca tiene límites y el método funciona; uno grita y muchos repiten al unísono amplificando el sonido.
Difícil saber cuál será el futuro de este original movimiento. Aprendieron de sus pares egipcios y españoles aunque saben que aquí todo es aún más difícil.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)