Pocas semanas después de que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, comprendiera que la presencia de tropas norteamericanas en su territorio era un factor de conflicto en la región, Alan García le dijo a la CNN que aceptaría con gusto esas tropas en el Perú. Con menos ruido, en Paraguay avanzan diferentes proyectos para que soldados norteamericanos ingresen a ese país. Las disputas internas en el frágil gobierno de Lugo le permiten a los sectores más ligados a los intereses norteamericanos relegar y desplazar a los ministros que intentan apuntalar los proyectos de cambio en América Latina. El último en sufrirlo fue el ministro de defensa Luis Bareiro Spaini que tuvo que renunciar a fines de agosto. Aunque la excusa para desplazarlo mediante un juicio político fue el robo de tres fusiles de un cuartel, el ministro ya estaba en la mira de los sectores más reaccionarios por haber denunciado públicamente a la embajadora de Washington, Liliana Ayalde, de instigar al vicepresidente Federico Franco para que desplazara a Fernando Lugo de la presidencia. Bareiro Spaini también rechazó una propuesta del canciller Héctor Lacognata de firmar una “Carta Acuerdo sobre Iniciativa en la Zona Norte” (IZN) con la Casa Blanca para que militares norteamericanos pudieran ingresar y realizar tareas de inteligencia y entrenamiento como en Colombia. Más allá de lo particular de este “acuerdo” y del dinero que aportará la Casa Blanca, hay un detalle que no se puede obviar, y es que retoma convenios firmados entre ambos países en 1961, durante la dictadura de Stroessner. No deja de llamar la atención que, en momentos que UNASUR cuestiona la ampliación de las bases en Colombia, el gobierno paraguayo esté proponiendo acuerdos militares con Estados Unidos que parecen sacados de la época de la Guerra Fría y una reedición de la Doctrina de Seguridad Nacional.
La fragilidad del presidente Lugo no sólo es producto de su salud. Algunos políticos opositores dicen abiertamente que tiene que renunciar, mientras otros buscan debilitarlo para que deje el cargo. Tampoco sería de extrañar que en poco tiempo aparezcan nuevamente titulares en la CNN y otros medios norteamericanos sobre terroristas en la Triple Frontera o que un periodista encuentre una foto de las Cataratas del Iguazú en algún lugar perdido de Afganistán como ya sucedió en 2001 y fantasear sobre el paso de Bin Laden por Paraguay. Y si el narcotráfico, terroristas de todo tipo y Bin Laden están en Paraguay quién podría negarse al ingreso de los militares norteamericanos….
jueves, 16 de septiembre de 2010
viernes, 3 de septiembre de 2010
Los narcos, entre México y Estados Unidos
Mientras muchos medios de comunicación resaltan intencionadamente la violencia que existe en la ciudad de Caracas, México es un polvorín y se desangra. No pasa un día que no se escuche de masacres cometidas por diferentes bandas de narcos, asesinatos de políticos o también de indocumentados que intentar cruzar la frontera y son secuestrados y asesinados. Desde que Felipe Calderón asumió como presidente en diciembre de 2006 han muerto más de 28 mil personas vinculadas a la violencia generada por las bandas armadas y el narcotráfico. El gobierno no sólo que es incapaz de frenar esta violencia sino que diversos organismos del Estado hace años que forman parte del entramado narco. Más de un responsable militar de la lucha “anti drogas” estuvo involucrado en el trafico de drogas y la banda “Los Zetas” fue creada por militares de diversas fuerzas de “seguridad”, algunos de los cuales incluso fueron entrenados por la CIA. Por eso tampoco extraña que Estados Unidos invierta millones de dólares para “combatir” el narcotráfico sin ningún efecto positivo, aunque la Casa Blanca insiste con su habitual soberbia en descalificar el trabajo de los mexicanos (y no les falta razón) y de los latinoamericanos en general. Sin embargo, la situación en México también deja al desnudo el colosal fracaso de los propios Estados Unidos. El país que invierte tanto dinero y tropas para combatir el narcotráfico en América Latina y que envía a la DEA para asesorar gobiernos en su lucha contra la producción de drogas es el primer consumidor de cocaína del mundo. Como si esto fuera poco, la inmensa mayoría de las armas que se usan en México se fabrican en Estados Unidos y según el Washington Post (27/08/10) en la frontera común se incauta apenas el uno por ciento del dinero que se pasa ilegalmente entre ambos países. El país más poderoso del planeta con la tecnología más avanzada no puede impedir que entren toneladas de drogas, salgan miles de armas y circule dinero ilegal de un país al otro. Si el narcotráfico y el lavado de dinero son dos de los negocios más rentables del planeta, uno no puede dejar de preguntarse qué esconde Estados Unidos detrás de su fracaso.
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